OTOÑO DE NOSTALGIAS

A la llama negra caen las hojas amarillas del parrón
La naturaleza se ha secado y con ella mi corazón
Ya ni el viento me habla de sus temas divertidos
Sin vida alegre a mi lado, me siento solo y perdido.

De a poco, como la uva del parrón, se ha secado mi vida
Los recuerdos que se oprimen, se niegan y no se olvidan
Sólo espero que un día mejor llegue tras la tormenta
Y que mis dudas se clarifiquen con esa difícil respuesta.

Después de una rápida bajada viene una lenta subida
A Dios le pido que para arriba vaya siempre mi vida
Porque siempre bajar y caerse lesiona el alma y el cuerpo
Que se cansa de guardar los más antiguos recuerdos.

Sonrisa melancólica bajo esos ojos repletos de pena
Con brillo tenue, luz baja, luz del cielo, de la luna llena.

La brisa intenta en vano levantarme con fuerza del suelo
Pero la carga en mis hombros ha hecho pesado mi cuerpo
Que se niega a volar libre por entre las elevadas montañas
Como golondrina nocturna que con luz del día se engaña.

Abro por un momento los ojos y veo a lo lejos el amanecer
El sol está brillando y con él, mi alma vuelve a nacer
Se llena de la luz cálida de todos sus abrazos
Que se borrarán cuando se vaya el sol en el ocaso.

Lágrimas silenciosas ruedan por mi cara intranquila
Los momentos alegres que viví un día, hoy no se olvidan
No se borran aunque el frío se cuele por debajo de la piel
Resistiré la tormenta, para con el viento reír después.

La sangre corre como el silencio lo hace entre la gente
Me recojo entre las ropas que me acogen suavemente
Agua lluvia tibia y triste surge del algodón verde
La primavera se niega a surgir, las flores mueren.

Las aves ya no quieren volar en las mañanas
Y el sol de verano no quiere salir por las montañas
Mi corazón no quiere seguir latiendo por más tiempo
Porque no hallo razón para seguir viviendo.