REFLEXIONES ESTUDIANTILES
PODEROSO CABALLERO ES DON DINERO
Quevedo
Hola. Soy un pasante de leyes. No soy “buapachoso”, o sea, no estudio en la BUAP (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla), sino, en un colegio de prestigio y caro a más no poder, no les digo cuál pues puede haber entre ustedes algún chismoso, que vaya con el cuento de lo que les platico. Sólo les doy el dato que mi universidad está en lo que llamamos Cholula, que es un simple apéndice de la ciudad de Puebla.
Soy de abolengo, pues mi abuelo, fue el abogado más chingón del Estado, fue compadre del Lic. don Gustavo, abogado compañero suyo y Presidente, al que odiaban todos los universitarios de la capital del país ¡qué delicados! Mi fallecido abuelo, bueno para la transa, fue un político famoso, pero discreto, nada de lucir su riqueza. Por cierto, es tan cuantiosa que nos alcanzaría sin trabajar hasta la quinta generación, pero, sería muy aburrido.
Mi papá también es abogado y notario púbico, muy prestigiado. En la notaria es donde trabajo mientras estudio, mi progenitor me dijo “para que aprendas las mañas” y vaya que las he aprendido:
1- Con dinero todo se puede. No hay delito, tranza o cualquier pequeño detalle que no desaparezcan con una buena lana.
2- La justicia es para los audaces, hay pendejos que todavía creen en la ley. Con influencias, jurisconsultos, que son unos genios para darles un cariz a las leyes, y, hasta el más cabrón resulta inocente como una paloma.
3- Hay que aguantar vara y lambisconear al mandamás en la política en turno, a veces hay gandayas que duran más de los seis años, en otros puestos, pero ni modo, “así es el abarrote”.
4- Seguir los tres incisos anteriores es la base de una excelente carrera de leyes.
Para obtener mi título profesional, de todos los modos para hacerlo, escogí hacer un difícil ensayo sobre un tema muy cabrón. A lo mejor piensan que me metí en honduras, incluso, mi asesor universitario me dio un cuestionario dificilísimo de investigación, con una sonrisa mefistofélica, pues pensó que no podría.
Ustedes pensarán que encontré “la horma de mi zapato”, pero no, recuerden el inciso uno. Hay muchos abogados muertos de hambre y agarré uno, muy preparado pero honrado, por eso está jodido. Con mucha marmaja aceptó hacer la tesis, ya que necesitaba dinero con urgencia, atínenle para qué.
Total, que hasta me recibí con mención honorífica, con la sorpresa de mi asesor. Para evitar problemas mi ascendiente había hablado previamente con el rector.
Espero que esta confesión les sirva a futuros leguleyos. Hasta pronto.
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