Otra vez sentado en mi pupitre, una mañana de frio otoño, teniendo como arma un sencillo y simple lapicero, preparándome como si fuese para una batalla, rastrillo y deja que diluya la tinta para esbozar mis recuerdos, intentando plasmar en una hoja las ideas acumuladas, las ideas empozadas a lo largo de este tiempo. El frío aprieta más, y nuestras ideas se desvanecen como las neblinas al acercarse el mediodía, el cuerpo se agarrota…