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Benigno versus maligno

Jober Rocha
(Cuento de Humor Sarcástico)


Un gran amigo mío, que vivió algunos años en una urbanización suburbana (donde se había estado escondiendo durante algún tiempo de varios alguaciles, que insistían en darle notificaciones y citaciones judiciales), se llamaba Ariovaldo Benigno y estaba con cerca de 40 años.
Como relató mi amigo, mientras bebíamos whisky y comíamos unas salchichas fritas preparadas por su esposa, una hermosa mañana cuando se bañaba y se enjabonaba sintió un pequeño bulto debajo de la piel del cuello.
Como estaba aterrorizado por los médicos y las enfermedades, no comunicó el hallazgo a su esposa ni a sus hijos.
Con el paso de los días, además de empezar a doler y molestar, el bulto había aumentado de tamaño, haciéndose visible bajo el cuello de su camisa.
Cuando la esposa notó el bulto durante el almuerzo sugirió que fuera al médico, lo que hizo unos días después.
Al examinar el bulto, el médico ordenó algunas pruebas adicionales antes de poder formar un diagnóstico más preciso. En particular, el médico pensó que se trataba de un simple quiste de origen sebáceo.
Ariovaldo, finalmente, programó los exámenes para la semana siguiente.
El día señalado llegó temprano a la clínica, entrando en una larga fila. A medida que pasaban las horas, finalmente, llegó su turno y una enfermera gritó desde la puerta: - ¡Sr. Ariovaldo Benigno!
Benigno se levantó y caminó hacia la enfermera y entró en la sala de exámenes.
Una vez recolectado el material (que consiste en un análisis de sangre y una biopsia), la enfermera le pidió que esperara en la habitación contigua, para la entrega de los resultados de la prueba.
Al regresar allí, Ariovaldo se encontró con que la cola ya se había duplicado y, ahora, no tenía más lugares para sentarse, debiendo permanecer de pie casi cuarenta minutos.
De repente, cuando ya estaba cansado, la puerta de la habitación se abrió y una enfermera llamó: - ¡Sr. Ariovaldo Maligno!
Como ninguno de los presentes se manifestó, volvió a llamar: - ¡Señor Ariovaldo Maligno!
Cuando el oyó que llamaban por segunda vez, preguntó tímidamente: - Señorita, ¿no es Ariovaldo Benigno?
La enfermera, mirándolo directamente a los ojos, prontamente respondió en voz alta, para que todos en la habitación pudieran escuchar: - ¡No, señor Ariovaldo, en su caso es realmente maligno!
Actualmente desilusionado, Benigno esperaba feliz en su casa, bebiendo whisky y comiendo salchichas fritas en compañía de viejos amigos como yo, el día en que, después de ser mortalmente noqueado por 'Maligno', definitivamente se iría a los 'Sagrados Campos de Caza' , nombre con el que se refirió al territorio desconocido del más allá ...

Texto agregado el 17-05-2021, y leído por 90 visitantes. (0 votos)


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