La protesta estaba en el punto de mayor intensidad. Los manifestantes se hacían cada minuto más fuertes, estaban decididos a dejar su sangre en la protesta, inclusive su vida. La consigna era ahora o nunca. El escuadrón antidisturbios estaba acorralado en una calle sin salida, estaban contra la espada y la pared. Los manifestantes armados de palos los hostigaban, los militares se protegían con sus escudos, no tenían de donde agarrar rocas, pues en ese sector exclusivo de la capital vallecaucana no había ni una sola. Los manifestantes los tenían en la mira, no iban a matarlos, solo les darían una lección para que no mataran al pueblo, pues ellos también eran pueblo. De repente los militares antidisturbios sacaron pistolas y abrieron fuego. Esas armas estaban cargadas con balas verdaderas y no con balas de fogueo. La calle se pintó de rojo. Los militares fueron declarados héroes. Al otro día les harían un agasajo por patriotas. Los llevaron a una finca y les dieron el mejor whisky, la comida más deliciosa, les llevaron también prostitutas para que saciaran sus deseos carnales. cuando estuvieron ebrios y satisfechos, otros militares abrieron fuego sobre ellos. El piso del recinto se tiñó de rojo. La orden la había dado Drácula. De inmediato dijo por los medios que los guerrilleros asesinaron a esos héroes de la patria, con ese pretexto impuso la dictadura.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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