EL VIAJE

No sé, que debo considerar mi punto de partida, si mi niñez y adolescencia cuando fui un niño obediente, aplicado, con mis anteojos (cuatro ojos, me decían en la escuela) o bien de joven en mi veintena, cuando me recibí de una fructífera carrera, vanidoso y arrogante dejé de creer en la divinidad.
Cuando uno escribe sobre la propia vida, trata de justificarse y pensar que todo lo que se hizo fue por una razón loable y el escrito se vuelve pesado y mentiroso. La existencia que he llevado fue divertida y la verdad hice muchas pendejadas.
A mis treinta años, me creía dueño del mundo, tiempo de locuras y tarugadas. Todo era posible, aunque a la larga me cargara la ch…, como así fue.
A mis cuarenta años, las obligaciones me tranquilizaron, a cumplir compromisos contraídos por zonzo cuando se me hacía fácil la vida. Mi trabajo me llevó a las ganancias y a los triunfos profesionales, no me pregunten en cuanto a mi vida sentimental que no fue muy cristiana que digamos.
A mis cincuenta años en adelante, la rutina en mi viaje hizo que éste pasara inadvertido y se me fue la existencia sin sentir y de repente me vi viejo (las buenas conciencias dicen “de la tercera edad”).
Fracasos y malos ratos he tenido muchos, pero algo en mi carácter (será de tipo genético) ayudó a olvidarlos, no guardo resentimientos, ni arrepentimientos. Unos lo llaman cinismo. A lo mejor tienen razón ¿ustedes que piensan?
Hablo de arrepentimientos, porque me gustaría de ser posible, pedirles perdón a muchos recuerdos, cuando por mi jactancia, no traté bien y al contrario hice sufrir a muchas bellas damas (bellas en el sentido espiritual). No soy presumido.
En fin, ahora estoy al final de mi jornada, espero aún tener muchos, pero, muchos años más, pues todavía estoy enamorado de lo placentero de la existencia. A los 74 años, volví a nacer, pues operaron a mi fatigado corazón y me lo dejaron como nuevo, de esa feliz circunstancia hace 7 años.
Mientras me visita esa fría señora, la guadaña, tengo un pacto con la soledad, aunque estoy rodeado de mucha gente (probablemente me quieren y soportan por el apoyo económico). Seguiré con la bendita rutina que hace que el tiempo pase sin aburrirse.
Mi llegada al fin del viaje, la nada, espero que sea dentro de mucho tiempo. Soy optimista.