A cidade não para. A cidade só cresce,
o de cima sobe e o de baixo desce.
Chico Science

Yo no le pedía mucho a mi sabático cielo estival,
desde el cristal en mi terraza, desde este mi vaso,
yo ni siquiera quería que una divinidad me mirase
o buscar algo más que luz en ese altísimo tan cegador.
Yo no ansiaba respirar un mejor aire que los otros,
de la montaña más alta de la más bella tarjeta postal.
Yo no quería más que ese aire que era el mío, el tuyo,
mi particular pulmón de acero nunca se entregó.
Nunca quise subirme por más paredes que la mía
y nunca quise que más paredes se subieran a la mía

Pero todos esos empinados y desnudos alambres,
esas olímpicas pértigas lanzadas sin más destino,
pero aquel extraño y dudoso lorquiano progreso
que cada día levanta nuevas columnas de cal y cieno,
que predestinan el destino y no formulan preguntas,
son el augurante presagio de piedra, de polvo y de caos.
Y ya nunca más veré caer la airosa y poética tarde,
aquella que adivinaba la noche serena, la luna que riela,
el viento ahora se ausenta y la aurora ya no se despide;
entre inmensas torres, la ciudad gime ya sin esperanza.