Te esperaba mientras la lluvia caía sobre la ciudad, cantaban las gotas en los tejados, bailoteaban en los cristales, usaban de tobogán los paraguas abiertos, y se columpiaban en mis pestañas.
En mis frías manos el invierno clavaba sus finas agujitas, endureciendo mis dedos, miraba con ansiedad la esquina esperando verte llegar corriendo como siempre retrasado, mis zapatillas ya estaban empapadas, y mis pies amenazaban agarrotarse como mis dedos y solo atinaba a apretarme contra la pared debajo del pequeño alero, que no me cubría nada, ya casi la impotencia me sacaba de mis cabales, quería gritar tu nombre, correr, olvidarte, no era la primera vez que faltabas a la cita sin contar las veces que llegabas retarde, y yo como una idiota esperándote, mientras la gente normal camina y cumple con horarios y no olvida horas a su novia en una esquina, al menos eso creía y creo; tu informalidad estaba poniendo a prueba mi paciencia, mire el reloj una hora de retraso, congelada comencé a caminar, refunfuñando por lo bajo.
No sé que fue, pero quizás la bronca hizo que entre esas gotas de lluvia un profuso llanto se mezclara con ellas, era un día especial, se cumplían 3 años de ponernos de novio, tres años de ser tuya, de volar de tu mano porque salvo la impuntualidad y esas pocas veces que me fallaste eras el tipo que yo amaba.
Divertido, libre, nada rutinario, pasional como me gustan los hombres, conocedor de cada cm de mi piel, amante perfecto, responsable con tu trabajo todo lo que a veces no eras conmigo, leal porque eras leal, incapaz de pegar por detrás, tus retrasos eran por el maldito futbol, por esos partidos que te salían de pronto entre amigos y no podías decir que no y en la elección yo perdía, pero después de mi enojo, tus flores, tus chocolates y tu amor me conformaban y me reía perdonándote, pero era un día especial, no podías fallarme.
Tome por Alem caminando para ver si nos encontrábamos en el trayecto, no me fallarías ese día sentía que esta vez algo había pasado, íbamos a ir para que nos entregaran la llave del departamento, ya no mas citas, ya no mas dormir en casas y camas separadas, ya no mas llamadas por las noches, ya era hora de intentar otra vida, mas adulta, ya no había dudas éramos el uno para el otro.
-¿Julio dónde estás? .Me preguntaba ya que no contestabas el maldito celular- ufa ya se lo olvidó de nuevo , que hombre distraído, dije y seguí el camino que debías tomar para encontrarte.
A unas cinco cuadras entre lluvia ya torrencial divisé en la calle mucho movimiento de gente, la policía, ambulancia, y algo saltó en mi pecho corrí como nunca lo había hecho hasta llegar al lugar cercado por un cordón de policías, pregunté que había pasado mientras mis zapatillas mojadas pisaban lo que después vi eran rosas desparramadas por doquier, de lo que minutos antes fuera un tremendo ramo de rosas rojas, estúpidamente pensé como me gustan a mí las rosas rojas y volví a preguntar
-¿oficial que sucedió?
-córrase, circule, circule…un maldito accidente, están los paramédicos con el accidentado.
Traté de mirar por sobre el hombro del policía y no lograba ver nada, mientras mi corazón y mi pulso estaban por demás acelerado, de pronto resbalé con una rosa deshecha sobre el asfalto mojado y al caer mi mano dio con una zapatilla que había perdido el accidentado, la tomé temblorosa y grité Germán… es Germán, casi gateando me metí por debajo de las piernas de los policías y pase la baya, trastabillando llegué a tu lado.
Dos enfermeros me agarraron de la cintura y me alejaron de nuevo, apenas pude ver tu cara ensangrentada, y no podía ya ni gritar, caí al suelo entre pétalos pisoteados y agua, mientras una mujer trataba de consolarme y levantarme del piso, un medico pidió la camilla y vi como te cargaban en la ambulancia, la mujer gritó
-la chica es la novia, llévenla, -que si no me quedaba ahí tirada, pero el médico vino hacia mí me vio tan fuera de mi, en crisis que pidió me llevaran en la otra unidad.
Después de tomarme la presión y darme un calmante me explicaron que al bajar el cordón de la vereda después de comprar las flores un auto dobló casi pegado al cordón y te atropelló, que habías golpeado contra el asfalto y estabas delicado, pero si había vida también había esperanzas. Pedí fervientemente por tu salud en la capilla mientras te asistían y cuando me llamaron para decirme que estabas estable recién me di cuenta que podía haberte perdido, llore tanto que podría haber creado un mar de lágrimas, igual no estabas aún fuera de peligro, sentí un terrible miedo, no podía estar pasando esto, no a mí, no a nosotros, que tanto habíamos esperado este momento, de pronto vi llegar a tus padres y a mi hermano, no podía hablar, solo llorar, tu madre, admirable tu madre, que fuerza, que valor, acariciaba mi cabeza y me pedía valor y fe, ¿de dónde la sacaba?, por favor por Dios nunca pensé pasar por algo así, ¿perderte?, no, nunca lo pensé.
Pasaron los días y fuiste recuperándote de a poco, respondías a los estímulos, pero por Dios me habías olvidado, esta vez no olvidaste la cita, ni el horario, ni llegabas tarde, me borraste de tu memoria, no me recordabas más, no sabías ni como me llamaba, me sentí morir, amnesia parcial solo recordabas a tu madre vagamente y a tu padre, después nada un inmenso vacío, todo lo que me faltaba era eso, que me olvidaras, entonces pensé si el amor era sincero y fuerte volverá a quererme y me propuse volver a enamorarte, seducirte, y para eso borré mis ojeras, mis lágrimas para volver a ser tu Ariadna, la muchacha feliz, la del aguante, la que te hacía reír, reflexionar, aquella que te leía los poemas de Gagliardi que te hacían llorar, y sabes amor mirarte a los ojos hoy fue el día más feliz de mi vida, porque ese beso que me robaste de sorpresa es el premio de tantos meses de espera y sí el amor era amor no hay dudas porque renació de las cenizas porque está vivo en tus ojos y late en tu corazón me lo dice este abrazo, tus besos y tu temblor.
Angela Grigera Moreno
(Anngiels)
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