Todos los días miré al reloj que martilleaba sin parar.
Mañana ya no lo haré más.
Acabó el martirio, dejaré de ser un personaje.
Cuando las máscaras caen, acaso quedará algo.
No soy el ser viviente que respira y agota su aliento entre charlas motivacionales.
No soy nada de eso, ahora solo soy yo.
No me acompaña nada más que mi mismo yo.
Pienso en cada momento perdido de entre mis recuerdos.
Pienso entre las muchas horas de mal sueño preguntándome por la presentación del mañana pasado.
Y que fue de esos momentos, simplemente se desvanecieron entre el estupor de mis recuerdos.
Acaso hubo un yo antes del ser que trasmina estas palabras.
Soy un mero habitante pasajero entre los momentos que ahora vivo.
Soy un extraño perdido entre millones de momentos y millones de sensaciones que se difuminan tiritando entre los segundos.
Es el fin de un sueño, soñaba con ser alguien importante, pero el espejismo me conduce a mi naturaleza cautiva entre los ojos de un primate que se cree Dios.
Será posible salir de esta jaula, después de salir de un embrujo pronto entraré en el siguiente.
Que es un hombre, un sueño, una sinfonía de la que sólo se conoce la partitura.
Que es el hombre, la nada, una historia que alguna vez me contaron. Eso es lo que soy, una obra de teatro mal actuada por un animal grotesco.
No lo sé. Este es el fin de un sueño. Ahora sólo me queda dormir para ver el despertar de una nueva quimera.
Y finalmente me doy cuenta de que... de nada, debo irme a dormir.