Cuando ya no esté, cuando el momento de los silencios incómodos mute al estado de recuerdo enfatizador y desdibujado de lo que realmente fuy, yo ya no estaré para destrozarlo todo, para que con mis torpes pasos aplaste los sentimientos ajenos que no entiendo, la necesidad de lo material, que olvidé por el camino, quedará tirado esperando que los sedimentos del tiempo termine por sepultarlos por segunda vez, por última, junto al recuerdo de aquellos que llevo conmigo y se marcharán con mi esencia.

Cuando mi camino llegue a los últimos escalones y mi alma comience a despojarse poco a poco de las cadenas que la aferran a este cuerpo que me fué dado, mi andar será menos pesado, mis oidos dejarán de oír los gritos que escucharon sin escuchar y no miraré atrás, no me convertiré en estatua de sal para quedarme atrapado en la versión fraudulenta de sodoma y gomorra que es el mundo actual.

Cuando mis ojos se sequen por la acumulación de lágrimas no derramadas y mis puños se infecten por las heridas invisibles de mi rabia contenida, por un breve instante dudaré como he dudado tantas veces desde que grité por primera vez pero no haré caso, como nunca lo he hecho y seguiré subiendo escalón tras escalón, escalón tras escalón.

Cuando...