El Condenado
Jober Rocha

Era un político condenado a veinte años de prisión como responsable de un delito mayor de corrupción pasiva, conspiración, malversación de recursos públicos y evasión fiscal.
Así, estuvo en una prisión en celda aislada durante casi cinco años.
Solía quejarse diciendo que el Estado solo habían atrapado a su cuerpo y que su alma era, y siempre sería, libre. Así, entre esas cuatro paredes de la celda pasaban sus días, meses y años.
En una noche el carcelero le ordenó que se preparara para una entrevista con el director. Le dijeron que habían descubierto el culpable de los delitos que se le atribuían y, por lo tanto, estaba en libertad.
Luego abrieron las puertas de la prisión y el regresó a su casa.
Pasó la mañana y parte de la tarde tomando el sol em uma plaza. Regresó a su casa al anochecer.
Toda la noche soñó con su celda de prisión. En los meses y años que siguieron a su liberación, día y noche, no pudo apartar de su mente la vieja celda donde había pasado tantos años preso.
Horrorizado, se dio cuenta de que, aunque liberó su cuerpo, el Estado había logrado apresar su alma.