Qué hay más sobrevalorado que la existencia, tanto así que aun en la agonía nos aferramos a ella. Como si la muerte no fuera el destino fijado para todos, que importa cuándo, si hemos de llegar.

Como si vivir fuera un deleite, una fiesta perenne. Cómo si un minuto, una hora o un día más hicieran alguna diferencia. No hay sadismo más vil que alimentar esperanzas vacías.

Qué hay más sobrevalorado que la existencia, tanto así que renunciar a ella en lugar de derecho es un delito. Como si la vida sin sentido fuera más digna que una muerte bien elegida.

Como si vivir fuera un deleite, una fiesta perenne. Las alegrías son tan fugaces como los cometas. No importa cuan intensas siempre se diluyen en las tinieblas. La tristeza en cambio se queda.

Qué hay más sobrevalorado que la existencia, tanto así que lloramos por la carne muerta, como si las lagrimas devolvieran la vida a un alma que desde antes deambulaba muerta.

Como si vivir fuera un deleite, una fiesta perenne. Heroico es el zombi que vaga sin vida por el mundo, y un paria el que toma en sus manos su destino. Ay! que triste ironía.