La flor no podía abrir sus pétalos; no me quedó más remedio que abrirlos con mis manos, ante aquel gesto de amor, no le quedó más remedio que dejarme probar su dulzura. Desde ese día mi boca se posa sobre su piel delicada. En la mañana me pide que la desnude y la haga mía.
Texto agregado el 26-04-2021, y leído por 123
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Lectores Opinan
27-04-2021
Un relato sorprendente, lleno de delicadeza y sensualidad. MujerDiosa
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