Han pasado muchos años, mas aún recuerdo aquel episodio de mi juventud, cuando junto con un grupo de hombres, avanzabamos trabajosamente por aquel lugar, encadenadenados unos a otros y custodiados por varios soldados enemigos. Habia mucho calor, pues era verano y uno de nosotros, cuyo nombre no recuerdo, creo que pertenecia a una distinguida familia o algo así; le pidió al soldado más cercano, un poco de agua; pero este se negó, diciendo que no se podia beber y para demostrarlo, insolentemente, rompió en pedazos la única copa, que teniamos.
Recuerdo que habia, cerca de nosotros, un grupo de hombres, que conversaban animadamente entre ellos y que uno de estos se acercó, trayendo en las manos, un pequeño cuenco de madera, que parecia recién hecho.
Entonces, el soldado quiso enfrentarsele, pero el desconocido solamente lo miró, en silencio y que el soldado, confundido, se apartó del camino.
El desconocido habló entonces, con voz firme:
"Bebe, buen hombre".
|