PLANEAR UN ASESINATO
Tengo 30 años y una gran fortuna, soltero, huérfano, paso desapercibido pues no soy bien parecido, mi rostro es de lo más común, si puedo usar esta expresión. Debo confesar que, aunque tengo buenas ideas, por desgracia no cristalizan.
Tengo poco tiempo que el dinero vino hacía mí, antes sobrellevaba la pobreza en una casa de pensión. Mi padre me dio una buena educación, soy licenciado en administración de empresas. A pesar de mi título, lo más que conseguí fue una pichurrienta chamba en correos.
Me gusta le lectura y me fascinó “Crimen y castigo” de Fedor Dostoievski, donde el protagonista mata a una prestamista. Mi tía, hermana mayor de mi papá es una prestamista. Vieja avara, que prestaba a gente importante grandes sumas de dinero, nunca en efectivo siempre con cheque a nombre del deudor, para tener un documento legal de la transacción, además les pedía garantías usando un notario. Él si es decente, no como la transa de su clienta. Me vino a la mente copiar a Dostoievski, matar y heredar a la arpía que a mí ni un lazo me echaba.
Que bien me sentía cuando planeaba el asesinato. Tenía un revólver viejo pero útil con seis balas. Había pertenecido al abuelo. Mi plan era sencillo: dentro de una semana era el santo de la tía, iría de noche con un ramo de flores caras a felicitarla, ella creería que iba por un sablazo, pero, sorpresa que se llevaría cuando sacara el revólver y les disparara a la criada y a ella. Como debe ser: un balazo en el tórax y otro en la cabeza a cada una. Saldría de la casa rápidamente y a esperar los acontecimientos haciéndome pendejo.
El sorprendido fui yo, en el trabajo me fue a buscar el notario para avisarme, como único pariente, de que les habían dado “chicharrón” a la tía y a su criada. A plena luz del día, dos individuos llegaron en una moto sin placas, le dieron una recia a la tía hasta que les abrió la caja fuerte, se llevaron los pagarés y demás papeles. Rociaron de plomo a las mujeres y se pelaron. Hubo testigos, los vecinos, pero, hasta la fecha nadie sabe, nadie supo y nadie sabrá.
Ahora soy rico, pero, frustrado por el fracaso de mi plan. Cabrones me robaron mi idea.
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