- ¿Qué es el grito sagrado? – pregunté cuando era chico a mi papa
- Pibe, ¿cómo que no sabes lo que es el grito sagrado? Espera un rato y ya vas a ver. – Respondió un hombre desconocido que estaba unos escalones más arriba en la tribuna, pero con la mirada cómplice de ser hermanos de alma.
Y así fue, un rato más tarde lo descubrí o por lo menos sentí ese primer grito sagrado en carne propia, sentí mi primer grito. No fue el único de esos gritos que experimente y cada grito es diferente al otro, por más que ocurra el mismo día con pocos minutos de diferencia. Es un estado de nervios contenido, que va en aumento hasta que ocurre y es una explosión de felicidad pocas veces vista. Un éxtasis, un orgasmo contenido que se desparrama a los 4 vientos.
Cada persona lo vive de diferente manera donde en los instantes previos tu cuerpo se va preparando sin saberlo para tal ocasión. Muchas veces ese grito queda trunco y sale la puteada al aire o maldecimos a cualquier santo que se nos pase por la cabeza, esperando que esos agravios surjan efecto para que la próxima vez ocurra lo esperado. Creencias de una ciencia completamente irrisoria que nadie se anima a cuestionar. Ese instante previo donde los relatores de radio te van preparando con un idioma en común, avisando que existe la posibilidad que ese grito ocurra. El más conocido de ellos es el famoso “tata, tata, tata” donde ya te predispone a pararte de la silla; donde los músculos empiezan a contraerse preparándose para un salto al aire; donde tu oído se traslada a la radio, escuchando ese epíteto, para prestarle mucha más atención al relator, mientras los nervios aumentan; donde en tu boca crece la salivación y se va abriendo más que de costumbre; y donde tus cuerdas vocales se van preparando para una afinación magistralmente desafinada.
Ahí sale ese GOOOOOOOOOL!!!!!!!!!!!!!!!!!
ese grito de gol que lleva tantas o como la garganta aguante, ese grito sagrado que se funde en el aire y se va acoplando con otros gritos sagrados que recorren un barrio, una ciudad, un país con epicentro en una cancha de futbol. Ese grito que puede ir acompañado de un abrazo a tu amigo desconocido, de lágrimas de placer, de una mirada al cielo evocando a la cuarta bandeja, mientras tu cuerpo va cayendo escalón tras escalón en una avalancha infinita hacia la gloria.
- Ves pibe, este es el grito sagrado. Nadie debería partir de este mundo sin experimentar como es. Pero ojo, no es cualquier grito, hay que sentirlo – Luego del gol de Graciani me decía ese mismo desconocido.
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