Es esa tristeza de las que se aferran al alma,
Esa que está enquistada en las entrañas
Se vuelve tu estado natural, tu forma de ser
Hasta olvidas cómo eras, tu forma de estar.
Si por error sonríes lo haces con melancolía,
Alegre olvidas por un instante su presencia
Pero cuando la euforia pasa, pronta te agarra.
Es la ausencia de sentido, carencia de un motivo
Es el olvido de quien soy, el olvido de que existo.
Se diluyen mis esperanzas, duermen mis sueños;
Mueren los proyectos. Sin futuro, solo sobrevivo.
Había olvidado como era, creí que no volvería,
Que sería un recuerdo enterrado en el pasado,
Un simple atisbo de mis decadencias juveniles.
Gran error, como el depredador en la noche,
En la sombra, silente esperaba el momento
De cerrar sus fauces contra mi flaco cuello.
¡Ay tristeza!, eres paciente, astuta y necia.
Mira mi cobardía, ten compasión, mátame pronto,
Aprieta más fuerte, deja sin aire mis crueles penas.
Desgarra mi cuerpo, sepáralo ya de mi alma yerta.
Como sentenciara el genio del gran Ceratti:
“la muerte es tan buena que nadie regresa”
Dulce esperanza nos regala este profeta
Que hizo de la muerte su última gran pieza.
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