En una época extraña del planeta Tierra, existió una civilización que habitaba valientemente en las entrañas de la selva, eran millares de colonos bien lustrosos con pieles terracota, todo fluía tan bien, todo andaba tan en paz hasta que un día llegó a esas tierras un astronauta intergaláctico con 12,000 años de viaje a querer procrear con la dama más intrépida del lugar.
Hizo en 3 días encuestas y sondeos hasta llegar a la indiscutible conclusión; la dama mas valiente, la mas brava y justiciera era Alfonsina Macadamia, una sofisticadísima guerrera, sus pies era alabados por los jóvenes y sus ideas apoyadas por ancianos, aparte de eso por las tardes criaba jaguares, era la mujer que este hombre quería.
Sin esperar más, el astronauta emocionado emprendió la caminata por senderos estrechos que lo llevarían a donde Alfonsina vivía, no tardando tanto llegó y ahí estaba ella, una hembra divina, casi casi inmaculada, sentada en un trono de palmeras que sus mismos ancestros habían sembrado. Él la saludó y formalmente procedió a recitarle su petición, ella sólo arqueo la ceja mientras lo miraba y hubo un silencio de 46 segundos.
“Te daré lo que pides si puedes hacerme sentir que dentro de mi latan 500 estrellas en lugar de un corazón” Así fue como el viajero creyó buena idea enamorarla con un baile que, empezó trompeta, pero siguió piano. Por su parte ella, quedó encantada con las cosas que ese hombre con su cuerpo le comunicaba y por su parte él, se estaba cautivando con la rima que hacía su corazón y el ecosistema que giraba en torno a Alfonsina.
Y se dio, concibieron un hijo, Macadamia al decirle la noticia al astronauta también le hizo saber las condiciones, ella a uno de los dos se tenía que comer y él decidiría...
Al astronauta no pudieron verle la expresión en ese momento, mucho menos se supo de la elección ni lo que paso después, pero son muchos los que cuentan que Alfonsina se comió a los dos.
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