Crónica



Con pandemia o sin ella, gracias al computador, Internet y las letras: El amor virtual.


Pensando en años pasados recuerdo que siempre estuvo en mí el deseo de escribir y el ansia de usar las letras aprendidas de niñez en algo más sublime que la comunicación en el ámbito laboral y en el medio cotidiano.

Hace algunos años me puse a escribir tratando de reinventar el tiempo del tiempo y ocuparlo en hilar poemas y tejer historias con esas “Benditas letras de amor” como las llamas tú querida poetisa, amiga de alma cercana e imagen lejana.

Es cierto, benditas letras, ustedes han traído a mi vida momentos inolvidables y rebosantes de fragancias lejanas, de caricias ansiosas, de susurros solitarios y de más amor por las letras, sobre todo ganas de vivir y vivir en plenitud, aunque esa plenitud tan solo se logre en un plano virtual sin desechar de que algún día no muy lejano se transforme en realidad.

Es cierto que para ello el camino no es fácil, hay que soltar amarras, hay que desafiar convencionalismos, hay que navegar contra la fuerza del viento y sobre todo hay que liberarse de los miedos internos que dominan nuestras ansias de transformar sueños en realidad y el temor natural de perder.

Bendito también es ese medio moderno que entretejió y pavimentó esa enmarañada red de carreteras virtuales que nos transportan en instantes a los lugares y parajes más alejados y donde sin este medio nunca habríamos llegado.
Computación e Internet, vehículo y carretera que nos permite movernos en el mundo cibernético, si no hubiera sido por ellos yo nunca habría escrito poemas y cuentos, nadie habría conocido mis inquietudes y nadie en el mundo habría dado unos minutos de su vida para, en virtualidad a través de la lectura, establecer contacto conmigo desde distancias que nunca imaginé.

Las letras, el teclado, la pantalla e Internet me brindan la posibilidad de soñar con latitudes y longitudes terrenas distantes e incluso soñar que puedo ser parte de tus sueños. De esos sueños lejanos en los que me desvivo pensando que con un relato, un cuento o un poema puedo ser el que se asoma en ellos.

La verdad es que quiero creer que soy yo y me dejo llevar por el ensueño que nos lleva tomados de la mano por caminos exóticos, nunca imaginados, saboreando los placeres que se nos brindan pródigos y placenteros.

Benditas letras que me incitan a hilvanar palabras en versos que vencen distancias y me permiten sin temor alguno, como intruso enamorado, introducirme en tus sueños mujer hermosa que lees mis letras, allende mares y montañas, en inversas estaciones del año, posiblemente tú soñando de noche mientras yo escribo de día o también viceversa como escribió Benedetti.




Incluido en libro: Crónicas al viento
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