Luciano era un gato plomo, con rayas negras pero tenía algo muy peculiar, sus patas traseras eran de color blanco.
Él se sentía muy mal cuando se miraba al espejo, se veía diferente y casi nunca quería salir a jugar al parque porque no quería que nadie se burle o se ría de él.
Su madre un día le preguntó por qué no salía a jugar como los demás gatos, y él le contesto:
- No quiero que nadie se ría de mi mamá. Dijo Luciano.
-Pero hijo porque se van a reír de ti. Dijo su madre.
-Pero mira mis patas son blancas y no es como todo mi cuerpo. Dijo el gatito muy triste.
Su madre lo llevo al parque donde había todo tipo de gatos, de todos los tamaños y de todos los colores. Y le dijo:
-Mira hijo cuantos diferentes gatos hay: grandes, pequeños blancos, negros, naranjas, plomos con manchas con rayas y ellos están felices. Yo no entiendo porque tú te sientes mal además lo más importante es lo que tú tienes dentro. Dijo su madre.
- Dentro ¿qué es mamá?
- Tus lindos sentimientos, tu gran corazón eso es lo más importante hijo, dijo su madre.
- Tienes mucha razón mamá yo no lo había visto así. Dijo el Luciano.
- Además cada uno es único y especial y tú eres muy especial para mi hijo y yo te amo mucho, así que no tienes por qué estar triste. Dijo su madre.
-
Y el pequeño Luciano abrazo y agradeció mucho a su madre por haberle hecho entender que todos somos únicos y especiales.
Finalmente Luciano fue un gatito feliz y todas las tardes iba a jugar al parque con sus nuevos amigos.
FIN