Si algo nos ha dejado claro esta terrible pandemia es que somos efímeros en esta tierra, por ello, todo cuanto podamos crear en bien de nosotros mismos, de nuestra familia y del prójimo en general, es una tarea inmediata e impostergable, lo que nos invita a hacer uso práctico de aquél famoso dicho: No dejes para mañana lo que bien puedas hacer hoy.

Cuando comenzó esta terrible prueba del Coronavirus en el mundo, los que estábamos geográficamente lejos de esos primeros reportes en China quizá sentimos que por la distancia y experiencias previas, estar más o menos a salvo y que tal vez dicho virus sería más controlable semejante a otros que por esos lares habían surgido y afectaron menos cantidad de personas en su momento. Pero no, esta vez la furia de la maligna cosa fue muy superior. Muchas acciones y omisiones se confabularon a favor de virus. Jugó en contra por ejemplo, la opacidad en la información inicial, así como la promoción de muchas personas influyentes quienes propiciaron la idea que el poder de contagio y letalidad del virus era similar a otras gripecitas comunes en la población, por lo que alarmarse y tomar cuidados adicionales como el uso de las mascarillas y el distanciamiento social eran cosas totalmente innecesarias. Que equivocados estaban, hoy la historia sería distinta si las cosas se hubiesen realizado de manera diferente.

La andanza del Coronavirus por el mundo ha sido progresivo en cuanto a su velocidad de transmisión como de afectación letal, al inicio se conocían de casos muy lejanos con mayor o menor incidencias en países puntuales que por el trafico rutinario de personas de un lado al otro de manera frecuente llevaban y traían la cepa letal entre ellos, luego se hizo indetenible la circulación del virus llegando a afectar a los países más lejanos al centro de la epidemia, a nuestras ciudades, nuestros pueblos, urbanismos, vecinos hasta tocar nuestros hogares. Hoy por hoy no existe ciudadano alguno que no haya sentido de manera directa o indirecta las afectaciones de esta pandemia, lo que nos hace reflexionar sobre lo brevísima que puede ser nuestra existencia sobre la faz de la tierra. Ver como se nos van seres queridos y otros cientos de personas conocidas cercanas o no, nos despierta una gran sensación de impotencia pero a su vez nos obliga a valorar y a querer desde lo más profundo de nuestro corazón tener más sabiduría para conducir nuestra corta vida de la mejor manera posible, más oportunidad para influir positivamente en nuestro entorno y por sobre todo, más tiempo para aportar nuestro granito de arena en la conservación de la especie humana en este único e irrepetible planeta. Esto lógicamente no lo decidimos cada uno de nosotros, lo que si podemos hacer es que cada minuto que nos toque vivir sobre este mar azul es aprovecharlo al máximo cada uno en lo que mejor sepa hacer, elevando la excelencia, marcando la diferencia y hendiendo huellas profundas que sirvan de referentes positivos a nuestro entorno y generaciones.

Hoy estamos aquí mañana no sabemos, el tiempo que nos queda no podemos fijar o conocer su duración, lo que si podemos y tenemos que hacer es apropiarnos de él y hacerlo valer, tengamos en cuenta que el mundo existió antes que nosotros y sin nosotros podrá seguir, nosotros solo somos efímeros seres tratando de ser parte de él.

Francisco Suárez
@Francho107