Jugaba con mi amor entre sus dedos. Y en una noche sin espalda aniquiló mi única certeza con su filo Me desarmaba siempre con la misma jugada: un crucifijo de silencio ese frío que no conoce alma ni Piedad Mientras yo seguía siendo el sentimiento menos conveniente la ceniza viva él, era el que era y no lo supe ver.
Texto agregado el 09-04-2021, y leído por 131 visitantes. (4 votos)