Inicio / Cuenteros Locales / atolonypico / Aventuras de un manchego en París.
La revolución había acabado con la distinción entre nobleza y lo que no lo era, para instaurar la de la diferencia entre los buenos vivientes y los que no lo eran.
Bons vivants- decían, pronunciándolo con la napia. Aquel lenguaje- el francés- estaba hecho para la diplomacia. Siempre a vueltas con los "mersis" y "s´il vous plaît" a todas horas.
Pero el caso es que con tales engrases lingüísticos anda el personal bastante relajado y ello hasta tal punto de que no se echa en falta, para nada, la campechanía de nuestra tierra. El ser hispánicus sincerus no se echa en falta. No hace falta serlo tanto- reflexionaba. Pero es que incluso en el campo.
Y digo ello porque Natalie lo era. De campo, me refiero. Sus padres eran campesinos. Vivían cerca de Reims y tenían una explotación ganadera. Casi como los míos- me planteaba. Pero era una campesina intrépida. Hasta el punto de allegarse a la cosmopolita París y dar con otro poco cosmopolita como ella.
Cuando intimamos un poco me confesó la composición que se hizo para inquirir por la gasolinera. Y es que al parecer- según dijo- un tipo que caminaba como yo no podía ser mala persona.
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Texto agregado el 09-04-2021, y leído por 99
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