Cerati se dirigió, serpenteante entre el viento, directamente a mis oídos. El volumen era adecuado para atravesar el muro que nos separaba, de este lado
mi casa, de aquél, la suya:

-Hipnotismo de un flagelo
dulce tan dulce.
-Le gusta Soda, buenísimo!
-Cuero, piel y metal
carmín y charol.
-Cuando el cuerpo no espera
lo que llaman amor.

Me dirigí al auto para partir rumbo al trabajo. No, no encendió. Fueron en
vano todos los intentos que hice por tratar de echar a andar mi queridísimo Buick 1995.

-¡Pinche carro de cagada!
-Es el relay de la bomba de la gasolina. Tu bomba es automática, ¿verdad?
-¿Cómo dices?

Una confesión: de carros sé poco, casi nada. Difícilmente logro distinguirlos
de las bicicletas.

-¿Que si la bomba de la gasolina de tu carro es automática? A ver, abre el hood".
-Ya estás.
-Acuérdate: hood igual a cofre.

Lógicamente, obedecí inmediatamente a aquella mujer que vino a redefinir
el significado que hasta ese momento tenia de la palabra belleza.

-Sí, estos cablecitos y esta cajita de aquí ya andan en las últimas.
-¿Y ya no sirven?
-Eso o les das mantenimiento.
-Ok.
-Una ajustadita por aquí y listo, enciéndelo.

Sólo un intento. Prendió a la primera.

-Ahí está, ¿ya ves? Ahora si vas a volar.
-¿Cómo supiste?
-¿No habías oído hablar de que las mujeres tenemos un sexto sentido?
-Alguna vez pero, ¿será...?
-¿Cierto? Claro que si. Intuición niño, pura intuición.

No supe qué decir. Simplemente no pude acomodar las palabras.

-Este...
-Me llamo Ge, como la letra.
-¿G?
-Ajá.
-Breve, pero sustancioso.
-Y tú, ¿tienes nombre?
-Perdón. Claro que sí. ¿Cuál te gusta más? Me llamo Ángel David.
- Ángel, es del cielo, aunque déjame decirte que tienes cara de esos de los que no tienen nada que ver con su nombre.

He de confesar que no es la primera (ni creo que sea la última) vez que me
dicen eso de que de ángel no tengo nada. No me molesta.

-¿Te gusta Soda Stereo?
-Me gusta el rock en español.
-Mira no'más, qué coincidencia, a mí también.
-¿Qué más te gusta?
-Me gusta la mañana, me gustas tú...

De repente, todo en negro... Solamente el estridente sonido de la sirena de
la ambulancia logró despertarme. Esta escena no la conozco, no la recuerdo.

-¿Y usted cómo se puede quedar dormido mientras maneja?
-Tiene suerte joven. Usted la libró, y sin un rasguño.

Sobra preguntarlo pero, icómo queda un Buick 1995 después de
impactarse a 150 km/h? Desecho. Sí, desecho. Igual que el automóvil contra el
que choqué.

-No sé qué me pasó doctor.
-Claro que sabe. Se quedó dormido mientras pisaba el acelerador.
-¿Con qué choqué doctor?
-Con otro auto. Auto en el que venía una persona. Persona que ahora está
muerta.
-¿Qué horrible! ¿Cómo pudo pasarme?. ¿Quién es la persona?
-Era.
-Su nombre.
-Todavía no saben. Únicamente traía colgada una cadenita con la letra G y en su
auto sólo encontramos un disco de rock en español.