UN DECESO ALEGRE
LA ÚLTIMA POAIBILIDAD ES LA MUERTE
LA EXISTENCIA INAUTENTICA NIEGA QUE UNO VAYA A MORIR
LA EXISTENCIA AUTENTICA ES CONCIENTE Y SE PREPARA PARA LA MUERTE
Martín Heidegger
Mi nombre es Carlos, recién recibido de médico, me enviaron a un centro de salud pichurriento en un pueblo pequeño, con un salario de risa loca.
Triste, entre a una miscelánea (casa Licha) donde vendían tragos baratos para ahogar mis penas, Ahí me encontré al Dr. Raúl, decano médico del pueblo, con abundante clientela, pues era muy atinado y más cuando estaba a “medios chiles”, pero, bohemio y simpático, Nos hicimos amigos gracias al whisky que me disparó. Por exceso de trabajo buscaba un ayudante y me ofreció el puesto.
Mi suerte y mis finanzas cambiaron, tenía mucho trabajo, tanto de la gente del doctor, pues seguido se iba de gira artística, además, comencé a tener mi propia clientela,
Por un tiempo largo, estuve trabajando tranquilo.
El Dr. Raúl fue a la capital a ver a un endocrinólogo que le estaba controlando su diabetes que le provocó angina de pecho. Regresó triste y decaído.
—¿Cómo le fue? —pregunté
—Mal, mi amigo el endocrinólogo me recetó medicina, ahí estoy de acuerdo, pero, quiere que cambié de vida; deje el whisky diario que tanto me gusta, que coma como conejo, puras hierbas, que haga ejercicio, yo que soy muy güevón. Así viviré 5 años más, desde luego sin trabajar. ¡Ni madres! Esa no es vida, prefiero morir en la raya, trabajando, con mi buen whisky y la comida que me gusta.
El buen Dr. estaba preocupado y una tarde dijo:
—Te voy a pedir un favor, el consultorio es rentado y los muebles son viejos, para no asustar a la gente, lo puse a tu nombre, aumentaron la renta, pero vale la pena. —luego me dio un poder notarial para que me hiciera cargo de sus restos mortales, quería que de inmediato lo cremaran y esparciera sus cenizas en el bello parque del zócalo.
—¿Y su familia?
—Esos son de la vela perpetua y yo soy masón, aunque, ni creo en el supremo arquitecto del universo, ni en sus ridículas ceremonias. Estoy ahí por mis amigos,
Chonita, la afanadora, se llevó el susto de su vida, al encontrar a su jefe recostado en su escritorio y al lado media botella de un whisky fino. Ya estaba tieso.
Es una ventaja ser médico de salubridad, pues yo era el que se encarga de los difuntos, desde luego escondí la botella de Whisky, firmé el certificado por cusas naturales y de inmediato lo llevé a cremar y esparcí las pavesas en el jardín, a los familiares les dije que así se ahorraba unos pesos y que al día siguiente el notario les notificaría una carta dirigida a ellos. Con los que batallé un poco fue con los masones que querían hacer los honores a su querido hermano, pero cuando vieron que las cenizas estaban de abono, mascullando improperios sobre todo a mí se retiraron,
La sala de juntas estaba atiborrada de familiares, amigo y curiosos. El notario con mucha propiedad se dispuso a leer la carta del Dr. Raúl;
Pueblo querido, donde he sido tan feliz, les doy las gracias por haberme permitido servirles como médico, procuré trabajar con entusiasmo y espero haberles ayudado.
A mi mujer, vieja chismosa y enredadora, deseo que vaya a chingar su difunta madre, que no descansa en paz ¡vieja bruja! Lo bueno que soy ateo, sino, me esperaría en el infierno para seguirme chingando.
A mis hijos, legales e ilegítimos, incluyendo a mis hijas, nueras y yernos, bola de cabrones, atenidos, güevones que sólo me buscaban para pedirme dinero, pero los hice socios, para hacer un Sanatorio de lujo ¡ingenuos! Hipotequé al máximo la casa, a cada uno de mis parientes los hice firmar de aval para pedir préstamos. Así junté una buena lana, más lo que tenía en el banco y lo que gané con mi trabajo. Les cuento que esta gran cantidad de dinero en el último año, en pleno uso de mis facultades mentales, me lo gasté alegremente en viejas y pachangas.
Pero, para que vean que no soy gacho: les dejó como herencia mis deudas que son un chingo justificadas con los pagarés que ustedes firmaron. Así que a pagar.
A mi colega, amigo y discípulo Carlos le doy las gracias por permitirme un deceso feliz.
ATENTAMENTE
Al que no le guste que chingue a su madre
DR. RAÚL
Al entrar en el consultorio, en la sala de espera, por agradecimiento había colocado un cuadro al óleo del Dr. Raúl, muy valioso, pintado por un excelente artista. Al verlo me extrañó, el cambio que tenía, una sonrisa embellecía su agradable rostro. Esta sonrisa no fue puesta por ninguna mano terrenal.
¡Madre mía! No creo en nada sobre natural, así que amigos míos ayúdenme a entender el cómo y el porqué de esta sonrisa.
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