-¡Pero bestia! ¿Cómo vas a colocar eso? Nadie lo va a tomar en cuenta. ¡Y mira que mamarrachos! ¿Tú crees que son imbéciles que se van a tragar ese cuento? ¡Piensa hombre, piensa!
-A mí no me vengas con monsergas. ¿Quién te crees que eres? ¿Acaso se tragaron el cuento tuyo la otra vez? Y no me mires así, mediocre. ¿Quieres pelear?
-Ja ja ja. Contigo no me ensucio las manos. Además esa es tu maldita opinión. Lo mío fue transparente, digno. Y ¿Qué es lo que veo acá? ¡Confusión, simple pura y mediocre confusión!
-Eres un escéptico, por eso todo este rechazo, pero no voy a ceder a tus ridículos consejos. Esta mierda va a dar resultado. ¡Lo vas a ver!
-No me digas. Déjame reír.

“Paz, tolerancia y armonía en esta nochebuena, es el mensaje de Kulman y Cía”.
El público se quedaba embobado delante del retrato de ese hermoso niño, disfrazado de Santa Claus y muchos pensaban para sí sobre cuanta humanidad y amor debía desprenderse del generoso corazón de aquellos publicistas…