Me despedía con la exposición de una teoría sobre el hecho religioso en el último capítulo de física teórica. El segundo creo. Estoy seguro, por mejor decir. Es un simple recurso retórico.
Hoy vamos a hablar de su infinitud. De la del Universo, me refiero. Y hay que decir al respecto que es un problema mal planteado, puesto que el Universo no existe; con lo que es un dislate tratar de indagar sobre asuntos dimensionales respecto de aquel. Y entonces se dirá: qué es lo que existe. Sólo deformación imaginativa. Y hasta tal punto es ello cierto, que la vida se repite. Cuando uno deja la existencia no se pierde nada, pues sólo deja capítulos ya leídos del libro de la vida: avances y retrocesos, desmemoria y enfermedad. Es la ignorancia lo que nos hace plantearnos cuestiones fundamentales que no son más que ilusiones. Como la perla que oculta una brizna de arena: una deformación, ya digo. Cuestiones erróneamente planteadas, por la propia ignorancia, por desconocimientos de lo esencial. Atentamente, hasta el próximo, etc., etc., se despide su seguro servidor.