Esta comedia dramática dirigida por Stephanie Laing y escrita por Bess Wohl, nos cuenta la historia de una joven pareja (a punto de casarse) que se ven enfrentados a tener que asumir que esa vida que pensaron desde niños seria “para siempre” ya no será así, porque el cáncer ha surgido entre ellos y va a destruirlo todo de una forma implacable y sin esperanza.



Aunque Abbie intente hacer lo humanamente posible para dejar la vida de Sam lo mas arreglada posible antes de su partida tendrá que admitir que sin importar el plan que ingenie la realidad es que ella morirá y el tendrá que llevar una vida donde ella ya nunca más estará (por lo menos no de la forma que habían planeado estar desde niños) y esto es algo que realmente conmueve al espectador. Se puede decir que es una comedia romántica mas que se vale de la lagrima fácil para sobrecoger al espectador, pero mas que eso me parece un bello retrato intimista de como dos personas asumen sus perdidas y deciden que lo mas hermoso que tienen es el presente.

Hago mención especial a una fotografía hermosa (en tonos fríos y buenos encuadres) algunas escenas que por ser tiernas rayan en el chiste y diálogos inteligentes.

Yo que tengo mas de treinta años y nunca conocí a alguien que me amara no puedo evitar pensar y añorar que eso pasara realmente algún día y que fuera un amor así de hermoso (así dure unos instantes) porque ya dice el adagio popular “mas vale haber tenido y perdido que no haber tenido nunca”.

La película no me hizo llorar y eso que tiene un tema muy conmovedor, la película me hizo sonreír y me hizo soñar con algún día poder ser amada de una forma así, sencilla, cálida y real, sin grandes actos heroicos que inundan la pantalla de típicos melodramas de Hollywood sino mas bien, de esas claridades que solo la cotidianidad te da.

Muy bella…. Lo único realmente importante es el presente.