Recuerdo aquel día, estábamos en la clínica y jugaba la Selección Colombia, sabias que me encanta el futbol, pero me asusta tanto escándalo, así que en vez de ir a ver el partido decidiste buscarme y quedarte conmigo hablando de libros, música y sueños… ese fue el momento en que nuestra amistad se fortaleció para siempre; eras tan guapo, tan amable, tan atormentado.
Aquel medico joven que creía demasiado en el amor, que sabia ser amigo, que sabía ser compasivo.
Recuerdo aquel día bogotano en que fuimos a correr las calles y terminamos comprando un libro de AC/DC que conservo con nostalgia y amor, la forma en que me regañabas por “salir con patanes”, la forma en que me abrazabas, lo mucho que nos reíamos… aquel libro “El arte de amar” de Erich Fromm que al final nunca supe donde quedo con tu muerte.
Vivías en Madrid y yo amenace tantas veces en ir a visitarte desde ese encierro que buscaba comerme viva, ojalá lo hubiera hecho… ojalá hubiéramos cumplido tantas promesas.
Ayer tuve el valor de borrar tu numero del teléfono, me había resistido a dejar de llamarte y mandarte mensajes que jamás viste… era una forma rara de conservarte en el mundo de los vivos.
Tengo tu foto en un altar en casa y cada mañana enciendo una vela y te hablo, ya no te pido nada solo espero que por fin estés tranquilo y que estés feliz amigo.
Me dijeron que tenia que escribir esto como una forma de “despedida” pero la verdad es que no quiero despedirme de vos así que prefiero pensar que te escribo como una forma de homenaje.
Quiero que todos sepan quien fue y quien es Juan Sebastian; quiero que sepan de tu forma de caminar pesada, de tu mirada tímida y reconfortante, de tu profesionalidad, de tus sueños que te llevaron a un mar imposible, de lo increíblemente guapo que eras, de la música que te gustaba, de los libros que leíste, de aquella camiseta psicodélica que aun me impresiona, de tu pijama de rayas medio hippie, de esa foto en que estamos sentados y abrazados en el sofá de Pachito.
Si, fue Pachito el que me dijo de tu partida; lloraba y yo no entendía nada, se le salió un “si yo estoy mal no me imagino como estas vos” y yo me quede helada, no entendía nada “por lo de Juan” …. ¿Qué de Juan? – Juan Sebastian? ….. “Juan se mató, Juan ya no esta entre nosotros” y yo me quedé de piedra, me fui molesta. Realmente pensé que era un chisme de mal gusto y me negué a creerlo así que me puse en el plan de escribirte por todos los medios posibles, de buscarte, de buscar a los tuyos y por meses todo fue silencio. Hasta que tuve que aceptarlo con la confirmación, tu cuerpo pendía de un hilo y tu alma ya no estaba aquí.
No se si decir que moriste por amor, no se si por amor se puede morir; pero seguro tu muerte fue dura, fue una decisión que no voy a cuestionar porque vos tenias tus motivos y fue tan lejos de los que te amamos, tan lejos que no tenemos una tumba donde ir a hablarte, donde dejar las flores… un mar embravecido lleno de monstruos nos separó de tu sonrisa.
En ocasiones quiero gritarte que vuelvas, que evites que salga con “patanes” que me des consejos que nunca te pedí, que me cures el corazón herido… quiero decirte que te extraño amigo, que me siento sola con este dolor porque no puedo compartir realmente con nadie; cuando algo me duele de verdad me aisló y lo dejo en silencio.
Pero hoy he puesto AC/DC a alto volumen en la computadora mientras escribo y es imposible no llorar y no querer salir corriendo como aquellos días en que me cogías de la mano.
Juan Sebastian era un amigo, era un hombre integro y soñador, un niño grande que se negó a crecer, un alma poética atormentada por una realidad que no quería reconocer, un profesional valiente que dio cuidado a los que lo necesitaron, un rockero de la noche bogotana, un lector de tochos clásicos y psicológicos, el chico mas guapo del mundo, la barba mas poblada de la clínica, la enseñanza que queda para siempre, la promesa que espero cumplir pronto… el ángel que me cuidara por siempre.
Hoy no escribí como me lo pidió el medico “para despedirte” escribí para sacar de mi corazón eso que se me atora y me ahoga en la garganta, esas ganas de quererte que nunca se marcharan, esa necesidad de no olvidarte, esa necesidad que tienen todos de conocer nuestra historia, ese dolor que quema… que quema tanto que arderé contigo como esa vela que enciendo cada mañana.
Juan Sebastian, no te vayas… cuando acepte tu muerte estábamos todos encerrados en esta ciudad serpiente y solo un amigo pudo brindarme algo de consuelo desde una reja, con tapabocas, con pocas lágrimas y sin abrazos. Juan Sebastian aun nadie me abraza por tu partida. ¿A qué hora los abrazos se perdieron? Maldita pandemia que ayudo a matarte, maldita pandemia que me dejo sin tu abrazo, maldita pandemia que nos dejó sin oxígeno.
¿Dónde está el libro de Erich Fromm? ¿A quién le pregunto? ¿Cómo carajos lo rescato del olvido? era el arte de amar y vos realmente sabias amar y agradezco que me amaras, a mi la chica que tenia miedo y supiste acompañar, la que te discutía todos los días y te contaba aventuras amorosas que hoy me avergüenzan.
Me supiste amar y ahora sé que siempre estarás conmigo.
Si ustedes no lo conocieron se perdieron de un mundo lleno de fantasía….
Mi amigo.
16 de febrero 2021, una Bogotá que sin vos es como un tren hacia el vacío. |