No se olvidó de nada,
no se olvidó cómo se
siente:Temor, miedo que paraliza.
Ocho años viviendo en ese infierno.
Cómo no se atrevió a salir antes de él?
Hazlo le decía su conciencia, qué te frena?
Los hijos, nunca trabajó, qué va a decir la familia, qué va a decir la gente?
Vivió en ese círculo de violencia,
durante ocho años.
Meter miedo es una manera de
paralizar, de dominar.
Ocho años para tomar conciencia, que terminaría en el cementerio, en la carcel o en el manicomio y que al final sus hijos iban a quedar sin mamá y sin papá.
Los últimos golpes, muy dentro de
ella sabía que algún día esto debía
terminar
Ella planchaba, a su lado él la
insultaba, de reojo vio que levantó
su brazo para golpearla, como lo había hecho muchas veces.
Fue una milésima de segundos,
para que desencadenara en ella toda
la furia contenida.
Se sintió que era poderosa, era la vida de él o la de ella y la de sus hijos.
Le impactó la plancha sobre el brazo
castigador, achicharró su piel,
sabía que de no hacerlo la golpearía, esta vez se encontró de cara con la muerte , los niños lloraban muy
asustados, indefensos.
Fueron luchando hasta el dormitorio,
allí la doblegó, ella muy menuda, él grande, corpulento, la superaba ampliamente en fuerza bruta.
Le dio dos puñetazos en su espalda, sintió que se moría, que desfallecía de tanto dolor físico y del
alma. Aun así lo insulto, dijo que sería
la última vez, él se fue con la promesa
que al volver iban a arreglar cuentas.
Ella juntó todas sus cosas y las de sus pequeños hijos y se fue, nunca miró hacia atrás, nunca volvió, nunca se arrepintió de la
mejor decisión que tomó en su vida.
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