Desde niña había soñado con un príncipe azul, a pesar que por ahí eran escasos, no perdía la esperanza de encontrarlo en cualquier momento. Su vida no era fácil, tenía que velar por sus tres hermanos pequeños, pues sus padres se separaron y cada cual cogió por su lado y no volvió a verlos jamás. La situación económica era muy difícil, lo que conseguía apenas alcanzaba para sobrevivir, solo comían una vez porque para más no alcanzaba.
Ella, todos los días le pedía a Dios que la ayudara a salir adelante, por momentos perdía la fe pues Dios ni se acordaba de ella. Un día dejo de pedirle favores al ser supremo, no se la iba a pasar pidiéndole y rezándole a un ser que ni se inmutaba ante sus plegarias y peticiones. Seguía soñando con su príncipe azul, estaba segura que tarde o temprano llegaría a su vida el hombre que deseaba, con él saldría adelante. La situación empeoró aun más, pues la echaron del trabajo y ahí la situación se puso más tenaz. No había dinero ni para comprar lo más básico. Lo primero que sacrificaron fue el papel higiénico, no se justificaba seguir limpiándose el trasero después de defecar con un papel tan caro. Empezaron a limpiarse con las hojas de los cuadernos que en algún momento les sirvieron para anotar las lecciones que impartían los profesores en el colegio. Luego sacrificaron el azúcar y la sal, porque podían consumir los alimentos sin necesidad de estos dos productos, que para muchos son indescartables en la canasta familiar. Terminaron alimentándose solo de frijoles, arvejas, lentejas y garbanzos. Con el paso del tiempo, la situación empeoró más, ya que su madrina no les pudo ayudar más con las pepas. Una noche, en la que no pudo dormir, se dijo así misma: "no hay más de otra que ir a putear. Se visualizó como prostituta, sintió mucha vergüenza, pero todo es asunto de acostumbrarse. Mañana sería su debut, se vistió con una falda negra muy cortica y una blusa roja ombliguera y se fue a la plaza de Caicedo a levantar clientes. El primero que se acercó a contratar sus servicios fue un campesino de ojos azules, quien le dijo que quería estar en la cama con ella un rato. Ella sin pensarlo dos veces aceptó y se fueron agarrados de la mano al motel más próximo, eligieron uno que quedaba a solo dos cuadras de ahí.
Al llegar al motel, él pagó el rato que iban a estar solazándose en el lecho. Los dos eran primerizos, no sabían cómo empezar, hasta que él rompió el silencio, con mucho nerviosismo le dijo lo siguiente:
-Tú sabes que trabajar en este oficio no es bien visto por la sociedad.
Ella le respondió de inmediato:
Lo sé, pero si es mal visto que haces vos conmigo en este motel.
-Yo vine a experimentar, no he hecho el amor con ninguna mujer hasta el momento.
Ella se ruborizó y luego de un instante - le contestó:
-A mi también me pasa lo mismo, no sé ni cómo empezar.
Santiago, la miró con mucha ternura y luego le dijo:
-Por qué no nos vamos de aquí, yo mejor te llevo a vivir conmigo.
-Estás seguro de lo que estás proponiéndome.
-Muy seguro, así que vístete y vámonos, este no es el lugar para una reina.
Desde ese día los hermanitos de Alejandra tuvieron padre, ella su príncipe azul.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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