Marisol y Paulina eran amigas inseparables.
Estaban viviendo sus cuarenta años y no sentían que ya iban para solteronas, como muchos le decían. Por falta de amigas contemporáneas para vivir la noche loca, salían siempre juntas y no les iba mal, al contrario, formaban parejas frecuentemente.
En algunos casos a una le iba bien, pero a la otra el varón no era muy atractivo. Pero a cualquiera quien le tocaba el feíto, apechugaba
- Voy al sacrificio – decía.
Raúl era amigo de Paulina desde hace mucho tiempo. Cuando apareció Marisol en la vida de Paulina, Raúl y Marisol se gustaron, pero esa atracción duró menos que un suspiro. Ella tomó distancia porque consideraba que Raúl no era un conquistador, era fome.
Prefirió seguir los pasos de Marisol. Cuando formaban pareja a veces le iba bien, agarraba el guapo, pero otras veces el feito,
Raúl ya tenía asumido que con Marisol no pasaría nada. Pero en cada encuentro se reservaba al menos una frase para insinuar que algún día tendrían un encuentro amoroso.
- Algún día, a pesar de tu negativa, existirá una jugada final como en el ajedrez. Un jaque mate. Y serás mía.
- Nunca. Ni lo sueñes. Shi. - Respondía Marisol.
Raúl era amigo de Juan Esteban, un conocidísimo actor de teleseries. La audiencia lo elegía cada año como el personaje más buen mozo de la farándula.
Cuando Raúl dijo que era amigo de Juan Esteban, Paulina estalló.
- Debes presentarme a Juan Esteban.
Raúl se comprometió a presentarle a Juan Estaban, pero se reservó que Marisol sería la moneda de cambio.
Ese viernes llovía a cántaros. Raúl llegó al lugar del encuentro acostumbrado y le comunicó lo que ya le había adelantado a Paulina.
- Juan Esteban nos espera en su departamento, cómo te lo prometí. Vamos que el UBER nos espera.
- Vamos, eres un muy buen amigo. Vamos ya.
Marisol se dio cuenta que sería la pareja de Raúl e intentando zafarse.
- No me vas a dejar sola. No arrugues. Me la debes. – Le dijo al oído Paulina a Marisol. Retándola.
Caminaron casi trotando bajo la lluvia al auto que los esperaba. Paulina del brazo arrastraba a Marisol.
Raúl pensó, “Jaque Mate”. |