En la placidez la noche el sueño me abandono. Mientras me fui adaptando comprobé que era la madrugada. De repente escuche los rezongos que venían del cielo. Destellos de fuego iluminaron la noche. En ese preciso instante escuche los quejido de las gotas de lluvia. Chocaban con fuerza contra las rejas del pasillo. Luego la cortina de lluvia comenzó a caer con armonía. Acunaba con su música el goce de escucharla. Deleitada me entregaba al natural disfrute. “En el pequeño jardín entonaban” Los suspiros de las plantas retumbaban en la noche mojada. Agradecidas por el agua que con sus caricias las consentían. ¡Se sentían halagadas por los mimos! Han pasado las horas. La lluvia con su exquisita ternura nunca ha dejado de caer. En algún momento acuno mi sueño. Entregándome a su placido ritmo. Me desperezo con satisfacción. Entre sabanas blancas de miniatura de ramilletes de flores azules. Los almohadones anaranjados están desparramados por la cama. La vida nos otorga estos obsequios que no podemos dejar de aprovecharlos. Complacida con descaro me deleito sin modestia alguna. CAL.COR
Texto agregado el 25-03-2021, y leído por 84 visitantes. (2 votos)