El sol iluminaba la ventanilla del avión mientras suavemente se podía sentir el rugir de los motores de la imponente aeronave. Todavía esperando en la cabecera de la pista, sentí esa sensación de ya haber pasado por este momento. Tal vez solo sea una sensación pensé y me deje llevar por la música que se escuchaba a través de mis auriculares.
La azafata me tocó el hombro muy suavemente, giré mi cabeza lentamente y con un gesto muy delicado me indicó que debía apagar mi celular.
Lo hice sin discutir y volví a sentir que todo esto ya había pasado hace tiempo, un leve dolor de cabeza me distrajo y volví a pensar.
¿Cómo podía tener esta rara sensación? Cerré mis ojos y el avión comenzó a carretear por la pista principal de Ezeiza.
¿Cuántas veces habido pasado este momento? La duda corrió por mente cómo ratón escapando de un atrevido gato que se mete dentro de una casa desconocida.
Mi cuerpo se pegó al asiento por inercia de la carrera, el sol entró sin avisar por la ventana haciéndome pestañear varias veces.
Sentí una gota de sudor correr fríamente por mi frente llegando hasta la ceja izquierda, volví a parpadear rápidamente, un estruendo sacudió el avión al rodar por aquella pista.
Mi respiración comenzó a acelerarse y mi corazón bombea tanta sangre cómo podía.
Algo no estaba bien, eso pensé y apreté los dientes como nunca los había apretado.
El gigantesco aparato seguía firme por la ancha raya blanca cómo un tren a vapor que tiene demasiada leña y su caldera está a punto de estallar.
Miré hacia ambos lados y me di cuenta que estaba solo. Levanté mi cabeza lo más que pude y quedé atónito al ver que el avión estaba vacío.
Quise llamar a la sobrecargo pero el avión ya había iniciado su carrera.
Traté de de gritar y no pude, sentí cómo si alguien me tapara la boca, me fue imposible largar alguna palabra. Cerré mis ojo y apreté los párpados muy fuerte, pensando que todo era un sueño.
Detrás de mi asiento sentí una respiración profunda, claramente no estaba solo en este vuelo.
Casi llegando al final de la pista no pude resistir y grite ¡que está pasando!
Los motores del avión se apagaron, el sol Desapareció por detrás del ala, todo se oscureció y una voz extraña se escuchó por detrás.
¿Lo volvemos a hacer?.

Estaba sentado en mi asiento cuando la azafata me tocó el hombro y con un gesto amable me indicó que apagará el celular...