Teorías escuchadas al paso.

Cuando la aguja de la vacuna hiende la piel, uno contempla el horizonte con mirada serena, sin denotar emoción alguna. Quizás simular un temple ante lo que a todas luces no deja de tener visos de experimento, de ocultas manipulaciones y aún más soterradas intenciones de introducir genes que debilitarán el pensamiento de todos nosotros. Son teorías conspirativas que tienen el enorme poder de arrugarnos el entrecejo. ¿No será un enemigo encubierto el que ahora reside dentro de nuestro organismo para manipularnos a destajo? Ideas peregrinas que como nimbos gravitan sobre nuestras dudas y nos permiten estar mitad esperanzados y la otra mitad navegando en océanos de tormentosas dudas.
La ciencia avanza a pasos agigantados, tal si utilizara un pantógrafo que agiganta y multiplica sus logros. No cabe la menor duda que este crecimiento irá en directo beneficio de la humanidad, pero siempre persiste la sospecha de si todo será realmente así. La humanidad es un rebaño inmenso que se reproduce a niveles alarmantes y los gobiernos de los países más poderosos bien pudieran optar por desmalezar un tanto este casi desfalleciente planeta. Esto es, manipulando también el alma misma de la ética de manera conveniente para ellos, en nombre del futuro y del bienestar de la mayoría.
Por eso, después del pinchazo e introducción de la vacuna en nuestro cuerpo, más de alguna teoría se nos filtra de manera casi inconsciente por las nervaduras y en esa misma inconsciencia continuamos con las limitadas labores que nos permite la cuarentena. Rémora que instala otra idea que sobrevuela tan amenazante como esos meteoritos que alguna vez darán en el blanco en la tierra y que es ni nada menos que el Nuevo Orden Mundial. Este es un concepto leído a la rápida en algún artículo que pestañea en la pantalla del computador y bien pudiera deducirse que sólo estamos a un pinchazo de tal evento.