Se ha muerto el hijo del poeta, no era hacia otros soles hacia los que caminaba, era hacia el eterno retorno de la condición humana que conecta la realidad con la sangre, con el aliento, con el camino. En el atardecer regado sobre el río había un brillo que combinaba con los sentimientos del poeta; a más que su mirada tenía el reflejo completo del tiempo. No caminaba hacia otros soles el poeta, caminaba sobre los pasos de un poema perdido alguna noche. Caminaba sobre las piedras del exilio. Caminaba sobre la sombra de los sauces. En el horizonte del tiempo, los colores del viento hacían un paisaje irrepetible, debajo del mismo milenario fuego, hacia ese horizonte el poeta encaminó sus versos.