Al abrir la puerta tu dulce mirada me colmo el alma.

Mis brazos se extendieron rodeándote con emoción.

Mi pequeña deja de lado sus cosas.

Llega trayendo sus logros donde me siento orgullosa de ser su abuela.

Soy parte de su vida.

Soy testigo de cada paso que ha dado.

Su visita es el premio más bello que puedo recibir.

Hay veces que las lagrimas se deslizan de puro goce.

Tenerla cerca me ha hecho ver cuanto la he extrañado.

Almuerzo entre charlas, risas, deleitarnos con cerveza negra.

Desplegó con magia los proyectos para futuro.

Mientras el mate con hojas de menta acompañaba el bizcochuelo.

Si el bizcochuelo de naranja que tanto extrañaba.

No podían faltar alguna que otra sensación recitada.

Nos sumergimos en las carpetas donde las fotos ostentando su crecimiento.

Paseamos por el parque de casa.

Nos sumergimos en la pileta.

Las cartas de canasta desparramadas entre sus manos.

Su vida plasmada en la computadora de la abuela.

Las fotos desnudan sin timidez el paso del tiempo.

Cada imagen tiene su propia historia.

La visita llego a su final.

Mis brazos te abrazaron contra mi pecho.

Tu corazón y el mío latieron juntos.

Por un instante hicimos música juntas.

“En el aire quedo flotando”

La promesa que muy pronto nos volveríamos a ver.

CAL.COR