Me parece estarla viendo con su pelo suelto corriendo por la playa; el viento mecía sus cabellos, ella iba dejando sus huellas en la arena. El mar salía hasta la playa, antes que el mar se regresara ella dejaba que el agua acariciara todo su cuerpo. Luego se levantaba y seguía corriendo por la playa. Cuando estaba cansada se sentaba y escribía con el dedo en la arena: "regalar rosas no es amor, amor es sembrar rosas como los dos sembramos y las hacemos florecer con besos y caricias". Apenas terminaba de escribir se quedaba mirando el horizonte, en el cielo había arreboles, para eternizar el instante sacaba de su mochila la cámara de fotografía y tomaba varias instantáneas, al llegar a casa las subía a sus redes sociales.
Ella adoraba el mar, desde que era niña iba con su padre a mirarlo, pues el mar la inspiraba de inmediato. El mar era parte importante de sus existencia, sin él se sentía incompleta, lo sentía fluir por sus venas y luego lo pintaba en el lienzo. Así era ella, tan espontanea como un trueno, como un pájaro alzando el vuelo en cualquier instante y como el canto de un gallo en la madrugada. Ella era todo dulzura, pero sabía defenderse. A nadie le permitía que se pasara de la raya porque de inmediato lo ponía en su sitio. Me parece estarla viendo, tan tierna, tan hermosa, con esa mirada que enamoraba y esa sonrisa de ángel única. Cada 27 de febrero cumple años, yo solía regalarle rosas y versos, chocolates y canciones. Lastima que hoy no podré verla, la última vez que la vi estaba tirada en el piso, me parece estarla viendo. La mató una bala perdida, desde el suelo miraba el cielo. Nunca te olvidaré hija mía.
AUTOR: PEDRO MORENO MORA
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