Letras al margen
Puntos de vista — N° 12 —
Puntos de vista y conclusiones particulares, que teóricamente o según el cristal de los anteojos con que se lean pueden ser y estar equivocados o tal vez no, puesto que ni siquiera yo mismo sé muy bien qué o quién soy y ni siquiera estoy seguro de lo que sé, por lo tanto menos puedo ser portador de la verdad, tal como creo que nadie podría serlo. Sí acepto y respeto todas las consideraciones y los puntos de vista de quien quiera opinar.
Relativos a letras, escritura y escritores
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Escribir es muy fácil se aprende desde niño en los distintos estamentos de la enseñanza, pero escribir con veracidad y sentido creo que sólo se aprende en la universidad de la vida y también creo que con algunos años de postgrado, en la misma universidad, es posible aprender a escribir con criterio.
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Hay muchos escritores que se auto nombran poetas porque con palabras y/o metáforas rebuscadas escriben versos sin sentido, mientras que otros completan estrofas sin el sentimiento que se requiere y también hay algunos que sin ostentar títulos, sin quererlo ni pensarlo mucho, en cada verso que escriben derraman poesía, que se transforma en poemas inolvidables e incluso muchos mueren sin que les otorguen título alguno.
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También hay poetas consagrados y además endiosados por determinadas circunstancias muchas veces interesadas y hay otros que siempre se considerarán aprendices, que sin vanagloriarse por lo que escriben, sus versos en apariencia sencillos en el fondo derraman poesía, aunque para ello sea menester que haya por lo menos un lector o lectora que además sepa leer entre líneas, que es el espacio donde muchas veces el poeta dibuja sentimientos y emociones.
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Se escriben hermosos poemas de amor que acarician, seducen y dan rienda suelta a todos los sentidos, pero también hay bellísimos poemas de desamor que además de calar hondo en los sentimientos, rasguñan hasta lo más profundo del alma.
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Si bien es cierto decimos que el dueño de las letras es aquel que las lee y hace suyas, nuestro otro yo mezquino y ególatra se resiste a que dejen de ser nuestras y gritamos si alguien las publica y no agrega nuestro nombre como autor. Así somos, aunque también hay leyes que nos protegen, llamadas derechos de autor, que en el mundo de hoy, cibernético y aprovechador, cuesta mucho hacerlas cumplir en forma íntegra.
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Siempre ante situaciones dolorosas es preferible no escribir apreciaciones personales con tinta producida por la calentura propia del momento de la ocurrencia de los acontecimientos. Mejor esperar que decanten las pasiones y explayarse sin equivocarse y aún más importante sin herir o dañar a quienes eventualmente pueden no ser responsables de los hechos.
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Generalmente uno escribe tal como habla y es por eso que los lectores sin oírnos, se dan cuenta, que muchos de los que escribimos, hablamos bastante mal.
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Yo no soy escritor y mucho menos poeta, lo más probable es que no alcance a ostentar ninguno de esos títulos, sin embargo hay días que me despierto y levanto creyendo que lo soy. Entonces, como un loco condenado al patíbulo, me pongo a escribir lo que podría ser mi último poema, esperando lograr con él, obtener en forma póstuma el título de poeta.
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La importancia del lector
—Veo letras… les pregunto: ¿A quién esperan?
—A un escritor que nos transforme en versos
y con ellos escriba poemas…
—¿Y para qué?
—Para entretención de muchos lectores
—¿Sólo para eso?
—¡Noooo! También esperando saber…
—¿Saber qué?
—Si algunos de ellos en algún poema encontraron poesía.
—¿Y si la encontraron, qué?
—¡Es señal que ha nacido un poeta!
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Incluido en libro: Pinceladas de tinta, inquietudes, divagaciones y otros
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