Corría el mes de junio cuando ocurrió lo peor. Incluso el día de la revolución fue el día que salió a la luz y empezó su recuperación, decía su madre.
Por temas de Covid había dejado de trabajar hacia 2 meses y las conversaciones con amigos y familiares eran casi nulas. Incluso la conversación con él mismo mediante objetos ya carecía de gracia y de interés. Su humor era cada vez más irascible y eso hacía que Martin había dejado de hacerle las compras hace mas de 15 días. José ya no atendía el teléfono, ni el timbre y el celular lo tenia descargado desde hacia 1 semana. Estaba completamente desconectado de la realidad.
Martin había llamado a la madre de José ya que estaba preocupado por él, ya que incluso peleado y todo, le dejaba algo de comida en la puerta, pero hacía varios días que no la tocaba. Ni siquiera abría la puerta, solo se escuchaban gritos o ruido de la tele. Esa acción, mas la preocupación de la madre por no saber nada de él, hizo que el llamado a la policía fuera un hecho.
El 21 de junio tocan a su puerta y frente a la no respuesta del otro lado, se escucha unos gritos.
-Policía!!!!!!!!!!!!! ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Abra por favor!!!!!!!!!!- Decía Ortiz el oficial a cargo.
El protocolo de la policía decía que tenia que anunciarse 3 veces y luego entrar. Ortiz, que ya llevaba 5 años en la fuerza, corrió de un empujón a los oficiales que estaban cerca, mientras al final del pasillo estaba Martin con la familia de José.
-Policía, Policía. – Se escucho ese grito mientras con una patada tiraba la puerta abajo.
Nunca se supo si la patada o el grito fue primero, eso no importaba. Junto con Ortiz había un oficial de bomberos y alguien del SAME. Suponían lo peor, pero se quedaron corto al ver lo que encontraron.
La puerta estaba ubicada en la mitad del departamento y daba justo a la cocina comedor. El cuerpo de José estaba tirado cerca del sillón, boca abajo. La primera vista era escalofriante, sus manos envueltas en guantes de látex, un buzo de color celeste estaba metido abajo del pantalón y su manga terminaba por debajo del guante. En los pies tenia puestas esas medias de lana, largas que llegaban hasta la pantorrilla por fuera del tubo del pantalón, pero cubierta por un par de cubre calzados descartables. En la mano derecha estaba aferrado a un frasco aspersor con alcohol 70 °C. La cabeza, al dar vuelta su cuerpo, estaba con un barbijo y un tapaboca adicional por encima, como también una cofia descartable.
Distribuido en el departamento había 3 mini alfombras sanitizantes secas y los muebles estaban todos envueltos con Parafilm. En el baño, había 4 bolsas de consorcio grandes con residuos de alimentos y mucho descarte de Parafilm como también botellas de alcohol y lavandina. El olor nauseabundo por el exceso de agentes sanitizantes era llamativo.
El cuerpo de José estaba tirado, muy flaco y con un pulso casi indetectable, por lo cual, los médicos del SAME, camilla mediante fueron como flash hacia el hospital a intentar salvarle la vida.
Al llevarlo al hospital y mientras la policía tomaba las muestras correspondientes, la tele aún seguía prendida mostrando las noticias sobre los efectos del aislamiento y la paranoia del encierro que generaba el coronavirus.
FIN
@nahuelroig24 |