José hacia 1 una semana que se encontraba en su casa, él había vuelto de un viaje por Europa. Un viaje que había estado preparando durante casi un año, un sueño según sus propias palabras. Ese recorrido tuvo un sabor amargo ya que era un viaje pensado para hacer en pareja, pero se había separado unos meses antes. En ese viaje recorrió España, Italia, Portugal, Francia para volver desde Inglaterra. Fue un viaje de aproximadamente un mes, donde camino, todas las ciudades más importantes de cada uno de esos países.
En la última semana de viaje, cuando estaba en Italia, Roma, la calle ya no era lo mismo, los casos infectados por este nuevo virus empezaron a aumentar de manera exponencial y la ciudad se había vuelto una ciudad fantasma. Los policías controlaban y patrullaban las calles pidiendo que cada ciudadano estuviera en su casa. Los sitios turísticos estaban cerrados, muchos locales de comida estaban cerrados, todo era un caos, así lo vivió como su viaje de ensueño se fue transformando en un viaje por una ciudad fantasma. José estaba encerrado en sus propias vacaciones.
José, ya estaba agotado y muy cansado, quería que su viaje llegara a su fin para poder regresar, estar con sus seres queridos y poder regresar a una vida normal. Las noticias que llegaban del otro lado del mundo no eran muy alentadoras, el rumor de un cierre de fronteras estaba a la orden del día. Por suerte, para José, y después de realizar varios llamados y tocar varios contactos, él pudo adelantar su vuelta para el 19/03, justo el día que esos rumores se volvieron realidad. A las 20 hs el presidente anunciaba el cierre de fronteras.
Al llegar al aeropuerto de Ezeiza, fue rápidamente controlada su temperatura y frente a unas líneas de fiebre, se lo llevaron en ambulancia hacia su casa donde le exigieron un aislamiento de por lo menos 14 días hasta poder determinar la importancia del caso. Lo habían vestido con un mameluco descartable blanco, un camisolín, mientras todos los que se le acercaban estaban con guantes, máscaras y un traje tipo espacial. Su pesadilla había cobrado vida. Lo vivido los últimos días en Europa lo habían marcado, el miedo empezó a crecer, miedo de enfermarse, miedo del contagio, miedo del virus, miedo a la muerte.
El viaje en la ambulancia duró 20 minutos, ya que la calle estaba desierta escuchando la conferencia de prensa del presidente. Al llegar a su monoambiente de la calle Billinghurst, en Almagro, los médicos les dieron todas las recomendaciones entre las cuales estaba NO salir a la calle y que si no tenía quien lo ayudara, lo iban a venir a buscar para ir a un centro de aislamiento definido por el gobierno de la Ciudad de Buenos Aires. El recuerdo de Roma y los centros de aislamiento hizo que José hiciera todo lo posible para no pasar por esa experiencia “a la argentina”. José firmó una declaración jurada con sus datos y completando datos de algún vecino y familiar en el caso que requiera de ayuda, únicamente con esa premisa pudo evitar caer en esos centros. Al irse, los trabajadores de la salud, que lo habían acompañado, le comentaron que iban a estar en contacto de manera frecuente para saber si desarrollaba algún otro síntoma como también para informarle el resultado del test.
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