SORPRESA

La ciudad de México tiene un bello bosque, Chapultepec, donde se puede pasear, hacer ejercicio y solazarse con la naturaleza.
En la calzada de los poetas, siempre llena de gente, ahora prácticamente vacía por la pandemia de coronavirus, una hermosa joven, veinteañera con un corto short que le permitía lucir sus bien torneadas piernas hacía evoluciones gimnásticas, observada por un matrimonio de mediana edad que llevaban un perrito pequeño. De repente un individuo mal encarado se dirigió a la gimnasta, agarrándola de un brazo:
—Estás de suerte muñeca, vamos a pasar un buen rato.
Aunque por la corpulencia del patán, hacía ver pequeña a la muchacha, el matrimonio vio con sorpresa que el hombre volaba por los aires golpeándose en el suelo en una pierna. Como pudo se levantó y el cobarde huyó rengueando.
—¿Estás bien? —preguntó con amabilidad la señora.
—Sí, no se preocupe.
El señor de edad con curiosidad la cuestionó:
—Le diste una lección, perdona ¿en qué trabajas?
—En el ejército, estoy franca.