Me tenía mamado con el cuento que se iba a matar, cada que teníamos un problema y no le alcahueteaba lo que quería, me amenazaba con quitarse la vida de la peor manera. Un día decía que se cortaría las venas, otro día que se envenenaría con veneno para ratas, otro día que se lanzaría del quinto piso. Yo, ante esa circunstancia me volvía un manojo de nervios. Apenas salía de mi trabajo me iba a toda velocidad en mi motocicleta, pues me imaginaba lo peor. Mi vida ya no era vida, era un caos total. En mi trabajo cometía errores elementales que ponían en riesgo a toda la empresa. Trabajaba en una empresa de productos químicos y cualquier error podría ser mortal, no sólo para mí, sino también para todos mis compañeros. Un día ella - me dijo:
-Mañana me mato, te lo digo desde hoy para que estés preparado.
Al día siguiente yo no sabía qué hacer, no fui a trabajar por miedo a que cumpliera la amenaza. Pero pasó todo el día y nada. Me hacía perder dinero y me desequilibraba emocionalmente. Le propuse que nos divorciáramos, por poco me pega. Un día le dije:
-Para acabar con este cuento, te propongo que lancemos una moneda al aire, antes que la moneda caiga uno de los dos pide cara o cruz, el que pierda se suicida.
Ella al instante me respondió:
-Tú no eres capaz, eres un cobarde.
-Más cobarde sos vos.
Acordamos la apuesta para mañana, habíamos decidido que el perdedor se envenenaría con veneno para ratas.
La noche transcurrió rápido. La hora señalada era las ocho de la mañana. La casa tenía un patio grande. Yo el día anterior compré el veneno. Llegó el momento y lancé la moneda, ella pidió cara para no suicidarse. La moneda cayó al piso y señaló cruz. Ella tenía que suicidarse. Le pasé el veneno, se lo tomó enseguida y al poco tiempo se desplomó sobre el piso. La llevé al hospital, pero llegó muerta. El crimen fue perfecto, ella se suicidó. Yo guardé la moneda como si fuera una reliquia, pues tenía cruz por ambos lados.

AUTOR: PEDRO MORENO MORA
@