Eran cerca de las cuatro de la mañana. Falsamente el hombre decidió dar una vuelta, para ver como estaba su mundo. Vió el vaso de bebida sobre su mesa, otro vaso con leche, y un pedazo de pan sobre un plato. Luego miró mas allá y vió libros. Libros de varios colores, pero que contenían las mismas palabras. Aunque, claro, en cada libro las palabras estaban colocadas de manera diferente. Es
por eso que decidió cambiarles el nombre y les puso "libres".
Y se imaginó a si mismo como ese montón de libros. Se decía a si mismo libre porque podía tener cada vez que quisiera un orden diferente de sus palabras; pero no era profundamente libre. Alguien anterior a él había colocado esas palabras allí.
Miró un poco mas lejos, y vió un interruptor para prender y apagar la luz. Y se vió a si mismo como un interruptor. Ahora, el podía decidir cuando había y cuando no había luz. Y se sintió con poder, ¡pero otra vez se equivocaba!. Si bien el tenía el poder para cambiar la luz, no podía hacer nada si es q alguien no lo presionaba.
Miro mas lejos aun. Mas allá de su propia vista. Vio borroso lo que sus ojos podían mostrarle. Afinó su vista, pero aun asi no lograba ver con claridad lo que estaba buscando.
(Para nosotros, esa imagen es su reflejo. El espejo que se mantenia en el pasillo era quien lo proporcionaba).
Pensó unos segundos. Y descubrió que en ningún momento había estado viendo que pasaba con su mundo, sino que se estaba buscando a si mismo
como una reflección de las cosas que lo rodeaban.
Y se sintió gobernado por el medio creyendo que este era quien lo obligaba a ser de la forma que lo mantenían, siendo que en realidad él era quien elegía como estar de cada forma, en la que realmente no existe un gobierno, y solo estaba su propia sugestion. Quiso cambiar este gobierno y decidió darle una mirada objetiva a su vida hasta este momento. Y pensó lo que había hecho. Sus actitudes a las persona, su casa, su plato, su bebida (para nosotros, el nuevamente esta viendo lo que quiere ver, a si mismo reflejado en las cosas que lo rodean).
Se sintió aliviado. Esta nueva forma de ver su propio mundo lo dejó satisfecho. Se sentía pleno en su sociedad. Hizo desaparecer el plato.
Se tomó la bebida. Rompió el espejo, porque simplemente no lo entendía.
Y volvió a sentarse frente a su cuaderno a escribir la limitada vida de personajes irreales que no podían distinguir la realidad de la ficción.
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