A solicitud de la titular, comparto estas reflexiones en La_Columna de hoy.
Marie Kudeñková fue una joven checa ejecutada por los alemanes en primavera de 1943, acusada de trabajar para la resistencia antifascista en Checoslovaquia. Había comenzado a escribir cuando se vio involucrada en los avatares de la Guerra. Detenida por la Gestapo en Brno, en 1941, fue sometida a todo tipo de torturas y vejaciones. El suplicio duró hasta diciembre de 1942, fecha en la que, tras una farsa de juicio, fue condenada a muerte. No obstante, y desde unos meses antes, había empezado a escribir un Diario que llevaba por título Fracciones de la vida y del pensamiento. En él, que naturalmente quedó inacabado, recuerda a sus amigos, su familia, su infancia y su Eslovaquia natal. Es curioso que en ese Diario secreto no se haga mención de los tormentos a los que era sometida. Por sus enemigos sólo parecía sentir un profundo desprecio: “Después de todas estas experiencias, sólo puedo decir una cosa: que evitaría cometer los mismos errores”.
Las anotaciones de Marie Kudeñková se convirtieron en un documento literario de la generación joven que llegó a la madurez a comienzos de la Segunda Guerra Mundial.
Todos los años, en la ciudad de Sträñice donde estudió en el liceo, tiene lugar un concurso literario y de recitación denominado “La Stráñice de Marie Kudeñková”. En 1968 el realizador Jaromil Jires rodó una película sobre Marie “Saludos a las golondrinas” en que desempeñó el papel de protagonista la actriz eslovaca Magda Vasaryová.
Estos son algunos fragmentos de su Diario:
“Mi vida fue hermosa. Activa, fervorosa, combativa y triunfadora. ¡Qué importa que sea breve el tiempo! Así es la ley del progreso humano, la lucha contra el mal... Luchamos con igual dureza como con el amor y la ternura, construimos el mundo de la gente de tal nombre...No soporto la lástima y la compasión de la gente que no es capaz de estos sentimientos. ¡Dios mío! No me miren como a un cadáver putrefacto. Vivo con bastante bienestar espiritual, seguramente de manera más profunda que ustedes, gente perversa. ¿Hay algo terrible en mi condición? Yo muero por la causa del bien. Ustedes morirán también, y veremos si tendrán sus cuentas tan ajustadas y pagadas... No vayan, por favor, a mi sepulcro a llorar mi muerte. Ojalá que en él solo florezcan la alegría, la sonrisa y la fortaleza. Les pido que no lleguen a perder las ganas de vivir, sino que las fomenten día a día. Alienten cada recuerdo, cada idea...”
Su último párrafo:
“Me despido de ustedes. Saludos, amor. No lloren, yo no lloro. Sin lágrimas, sin temor, sin dolor, me voy. Ya me estoy acercando a lo que debe ser el final y no la mitad del camino. Los abandono y a pesar de ello hay un
acercamiento y unión totales. Les puedo dar un poco de mi amor. Sólo la afirmación más solemne sobre lo profundo y entrañable que es. Muchísimas gracias. Hoy, 26 de marzo de 1943, a las seis y media de la tarde, dos días después de haber cumplido 22 años, daré el último suspiro. Y, pese a todo, ¡Vivir y creer! ¡Hasta el último instante! Siempre he tenido el valor de vivir, y no lo pierdo ni siquiera frente a lo que el lenguaje humano se llama muerte. Saludos a las golondrinas”.
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En El ser y la nada (Libertard y Responsabilidad), Sartre expresa ”...la coerción no puede ejercer dominio alguno sobre una libertad, pues lo propio de la realidad humana es ser sin excusa”.
La dignidad con que caminó hacia el cadalso en plena juventud, es un conmovedor ejemplo de cómo se puede llegar a ejercer el ser, con plena libertad, sin excusa, en el centro mismo de la más opresiva coerción.
albertoccarles
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