Pedro y Luciano jugaban con una pelota en medio de la sala, ellos también tenían un gato llamado Ramón.
Ramón los observaba fijamente cuando ellos estaban jugando.
Mamá en medio de la sala tenía un espejo muy caro que se lo había traído de España, ella lo cuidaba mucho porque era una pieza muy cara.
Los niños jugaban muy alegremente lanzando la pelota de un lado a otro, cuando de repente se escuchó un estruendo muy fuerte.
El espejo caro de mamá se había quebrado y solo el marco dorado había quedado.
Los niños no sabían que hacer, pronto llegaría mamá.
- ¿Qué haremos? Preguntó Pedro
- No lo sé. Dijo Luciano
En ese momento llego la madre y vio su espejo caro traído de España hecho trizas.
-¿Me pueden explicar qué paso aquí? Preguntó la madre muy enfadada.
- Mamá fue Ramón. – Respondió Pedro- Ramón estuvo saltando de un lado a otro y quebró tú espejo.
-¿Verdad Luciano? Le preguntó Pedro.
- Si, fue Ramón- Respondió Luciano muy nervioso.
Espero que me estén diciendo la verdad, porque a mí me pueden mentir pero a Dios jamás, él lo ve todo. – Dijo la madre-
En ese momento la madre cogió un pedazo de vidrio del espejo roto, y llamo a los niños.
-¿Qué ven? Preguntó la madre.
- Yo veo mi rostro. Dijo Pedro.
- ¿Y tú Luciano?
- Yo también veo mi rostro mamá. Respondió Luciano
- Este pedazo de vidrio es igual a un espejo entero, así que por más que ocultemos una mentira por más pequeña que sea.
Siempre se verá reflejada en nuestra alma y tarde o temprano se sabrá.
Dijo la madre.
Los niños estaban muy arrepentidos por lo que habían hecho y le pidieron perdón a su madre.
- Perdónanos madre, pero no fue Ramón quien rompió tu espejo, fuimos nosotros jugando con la pelota. – Dijo Pedro-
Finalmente la madre pudo ver que los niños no podían soportar el cargo de conciencia por lo que habían hecho, así que ella los perdonó y les dijo que no vale decir mentiras, porque tarde o temprano todo sale a la luz y lo mejor es hablar siempre con la verdad.
FIN