Prendida a tu piel
El reloj marcaba la una de la madrugada, mientras comía silenciosamente una manzana, una lágrima se deslizó por mi mejilla. Casi todas las noches repetía la misma rutina, me ponía los auriculares, comía o no, algo me sacudía profundamente, fue rencor, ese viejo
tango que tarareaba mi viejo tantas veces durante mi infancia.
Amanece otra vez, no estoy soñando, estoy despierta y quiero disfrutar de este delicioso poder de ausentarme de la vida, de evadirnos vos y yo de una virtual dimensión donde la capacidad de amar es tan real como tu imagen, nosotros, deslizándonos lentamente hasta
caer uno dentro del otro, y poco a poco llegar adonde se acumula el símbolo de toda posible perfección.
Allí, donde el horizonte humano siente esa urgencia de disolver su individualidad en la del otro.
Así te estoy pensando, tratando de absorberte , perdida en tu mirada, amontonando sensaciones. Trato de ser sutil , espero esa señal, ese día, en el que en medio de una niebla fantástica nos alcancemos y el esqueleto del mundo por fin tirite un trozo de realidad.
Rencor mi viejo rencor, déjame olvidar la cobarde traición repetía la letra. De pronto me sentí Pinocho y anhelé que llegara el hada milagrosa y me pusiera un corazón de fantasía y pueda despertar.
Te tenía tan cerca que me asusté, no tenía valor para sostener tu mirada, un milímetro más y no sé qué hubiera sucedido, quizás lo que los dos anhelábamos tanto. Así pasaba el tiempo y no soportamos más.
No sé como pero sucedió, la vida te sorprende y de pronto vos, despertándome a las urgencias de vivir, prendida a tu piel como si fuera mía. Sabes? Hay cosas que no las escribiría, solo quisiera susurrarlas en voz baja, suavemente en tu oído, sintiendo como tus
brazos me envuelven, entonces sabrías tantas cosas.
No encuentro respuestas. Y si fuera solamente yo la que siente? Si esta locura es solamente mía? Y si lo que creo ver en tus ojos no es lo que imagino? Si estoy soñando quisiera despertar y si tengo aún más suerte, sería pequeña y volvería a sacarle canas a papá por un
peso, correría por el patio con olor a malvones y vería a la abuela, crecería y me pondría los tacos altos mientras escucharía a mi padre cantando “sombras nada más entre tu vida y mi vida”
Entonces sentí el impulso de Hansel y Gretel, comerme todo el chocolate y los dulces que la bruja me ofreciera, pero la pena me convirtió en Pulgarcito, recordé el rastro de migas en el camino y una lágrima se convirtió en torrente y quise tener las botas de siete leguas,
cruzar mares y montañas o ser la Moneda Volvedora, que me permitiera volver a acurrucarme en ese hueco inolvidable, donde tus brazos temblaron, el que quedó vacío desde tu ausencia, porque aunque otra pueda llenarlo siempre vas a ser mío.
Me sentí tan pequeña, que quizás mañana, cuando el sol y tu olor se filtren por la ventana
de este cuarto pueda volver a empezar.
Mientras escucho a mi padre cantando otra
vez…“Rencor tengo miedo de que seas amor”
Mirta Noemi Lago
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