Escrito en diciembre de 2019. Dedicado respetuosamente a las personas asesinadas por el Estado de Chile y sus esbirros.



Entre el silencio
disuelto en un secreto.
Mi vida a medio andar
busca sus suaves alas.

Me aferro al calor de tus manos,
sabes mujer que amo lo sencillo
porque es en la sencillez donde vive lo trascendente.

Convivimos en la piel de los instantes
como los interminables momentos
que copulan en un mismo parpadeo.

Un pueblo no puede permitirse
beber la forma repetida de los mercenarios.
Un pueblo debe ser el pulso volcánico
que no se despide de su memoria,
que no entrega a sus muertos
a la violencia del olvido.

Un pueblo debe estrangular a sus verdugos.

Mi pueblo es hoy un súbito pájaro encendido.
Uno ojo abatido por la verde servidumbre.
La sangre reseca de las carnes que se abren.
Mi pueblo es hoy el grito mudo de sus muertos.

No olvidaremos los muertos.
No olvidaremos a Daniela violada y torturada.
No olvidaremos a Romario caído por caminar en otra patria.
No olvidaremos a José Miguel liquidado por los que juraron defenderlo.
No olvidaremos a Kevin asesinado en un puerto.
No olvidaremos a Manuel quemado en una bodega.
No olvidaremos a César ahorcado en un calabozo.
No olvidaremos a Mariana con su cara abierta de un disparo.
No olvidaremos a Paula calcinada en un supermercado.
No olvidaremos a Juan baleado por la televisión.
No olvidaremos a Eduardo incinerado entre herramientas.
No olvidaremos a Alex con su cráneo y su pecho reventado.
No olvidaremos a Andrés carbonizado en una despensa.
No olvidaremos a Renzo también carbonizado.
No olvidaremos a Eduardo que adoraba el vino y las rancheras.
No olvidaremos a José con su olvido entregado al fuego.
No olvidaremos a Manuel arrollado por su protector.
No olvidaremos a Joshua lanzado al fuego con tres balas en el cuerpo.
No olvidaremos al pequeño Joel con su inocencia atropellada.

Clavaremos sus nombres
sobre los tiranos,
sobre la codicia,
sobre la usura,
sobre el obsceno privilegio,
sobre sus ásperas mentiras.
No oiremos más sus falsas campanas.

Mi pueblo es hoy un súbito pájaro encendido.
Mi pueblo hoy no tiene miedo.