Monté una obra
donde nunca supe
cuando terminaba
una escena
y comenzaba
la siguiente.


Estuve con amigos
que nunca me entendieron.
--como era de esperarse--
Que tampoco llegué a conocer.
¡Que imperdonable!


Me senté en un bar
decidiendo
que quería tomar.
Luego te encontré
en la luz de unos labios
que hicieron sonreír
mi alma.
Yo no quería
escuchar tu voz,
solo el cosquilleo
en mi alma.


Después de mucho tiempo
de haber bebido la vida
de unos pechos,
me reencontré temblando
en la suavidad
de la vida de unos pechos.
Y el mundo se puso a correr.
Corrió tanto,
que ya no recuerdo
cuanto corrió.


Y cuando me cansé
de perseguir al mundo,
el mundo me esperó.
Y miré a los hombres.
Los miré con alegría
por entre las piernas
cuando llegaron a la vida.


Me hice cuna desenfadada
para que durmieran
sobre mi pecho.
Y pesadilla nocturna
para que se mantuvieran
bien despiertos.
Me hice
virtud acrisolada.


Luego los deje marcharse
entre las multitudes
que subían y bajaban.
Flores desesperadas
buscando tapar
su belleza.
Y hui del mundo.


Me alejé
Porque preferí ser
un extraño de lejos,
que un extraño
compartiendo cama.


Y cuando me cansé
de arrancar,
el mundo me pasó por encima.
Y miré a los hombres
con tristeza,
por encima del hombro
bajando la cabeza.


Purgué por años
una voz
y nunca nada bueno
tuve que decir.
¡Y aquí esta mi corazón!
Aún con esta alegría
que duele dulcemente.
¿Y que fue del mundo?
El mundo se perdió
en el horizonte.