A ratos me descubro hablando solo, pensando en voz alta como si platicara con alguien más o a lo mejor conmigo mismo. Esta manifestación es reciente, quizás de un par de meses para acá; ¿será que tengo tanta necesidad de conversar con alguien, que por eso me platico a mí mismo?, ¿o realmente le estoy platicando a alguien más?
Siempre he tenido la duda de saber si cuando estoy solo en mi habitación o en cualquier otro lugar, de verdad estoy solo. ¿Cómo puedo asegurar que es así?, que aunque no pueda ver o percibirlo, haya alguien más donde yo estoy… Me da miedo pensar que pueda ser así, que alguien intangible esté vigilando mis movimientos, mis acciones, sin yo saberlo. Cuántas veces se ha hablado de energía que se queda adherida a los muros de un sitio, de manifestaciones palpables en ciertos lugares y por qué no, hasta de una dimensión o dimensiones paralelas a nuestra realidad cotidiana.
Mucha gente ha comentado sobre fantasmas, aparecidos, entes satánicos o fantásticos que se aparecen de pronto dándonos el susto de nuestra vida. Es difícil creer en esto, pero muchos juran haberlo experimentado. Anoche, por ejemplo, no me sentía tan cansado, así que se me antojo ver un rato algún programa en la tv; estuve cambiando canales con el control remoto durante unos minutos, hasta que al fin me entretuve con una peli de acción, estaba entretenida; sin embargo, poco a poco me fui amodorrando hasta quedarme dormido. No sé cuánto tiempo permanecí tumbado en el sofá de la sala, pero cuando desperté había ya otro programa de ventas por televisión. Apagué la pantalla y me subí a dormir. Los peldaños de la escalera para llegar a la habitación se me hicieron eternos. Me puse la ropa de dormir sin ganas y me tiré en la cama. Hasta ahí, todo bien.
Lo extraño comenzó más tarde, cuando de repente abrí los ojos en la oscuridad y me pareció escuchar voces lejanas que parecían provenir de la planta inferior. Busqué el celular para saber la hora y no pude encontrarlo, hasta que levantándome de mala gana del lecho, hurgué en una de las bolsas de mi pantalón: 3:50 a.m. ¿Y las voces?... Me asusté, porque ahora más despierto, podía percibir perfectamente que alguien murmuraba en la planta baja. No poseo armas, así que agarré una escoba que se hallaba en el baño y me armé de valor para descender. Lo hice poco a poco, peldaño a peldaño, temeroso, con el corazón galopándome en el pecho. Abajo había alguien, ahora distinguía nítidamente las voces, pero eran voces de la tv, podía percibir la luz que despedía la pantalla. Con más miedo que sigilo, me asomé para ver quién estaba sentado al frente del televisor. No había nadie. Bueno, nadie que mis ojos pudieran ver. Ahí estaba nada más la tv como loca, encendida. Prendí la luz de la sala y me quedé como idiota mirando a mi alrededor. Estaba yo solo (o eso creo), solo y la tv funcionando. La apagué; pero no dejé de recorrer el comedor, la cocina y el medio baño para las visitas. Nada. Nadie. ¿Entonces, quién chingados encendió la tele? Yo la apagué antes de subirme a dormir, puedo asegurarlo. Fue cuando me entraron más dudas. ¿De verdad estamos solos, cuando creemos estar solos?
El miedo no se me ha quitado. Recorro el interior de mi casa con cierto temor, con precaución. Los televisores no se encienden solos. ¿O sí?... ¿Se pueden programar para que enciendan a determinada hora?... El mío, al menos, no tiene tal función. Quién sabe si todo esto no es obra de algún fantasma o cosa del demonio. Ojalá todo quede hasta aquí, no quiero el día menos pensado quedarme tieso de a deveras, por algún nuevo susto que me dé algún invisible visitante.
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